Los inicios
Marianne Liebe Brandt nació en 1893 en Chemnitz, Alemania, en el seno de una familia burguesa. Sus padres fomentaron un hogar en el que el arte, la música y la literatura fueron parte de la vida cotidiana de sus tres hijas. Tras finalizar sus estudios secundarios, Marianne se trasladó a Weimar e ingresó a la Escuela de Arte Gran Ducal Sajona, donde estudió bajo la guía del pintor alemán de art nouveau Fritz Mackensen. En 1916 conoce allí a Erik Brandt, un jóven artista noruego con quien se casa en 1919. Durante algunos años viajaron y siguieron formándose entre Noruega y Francia. En sus primeras obras Marianne utilizaba un lenguaje plástico moderno, pero lamentablemente queda poco de la producción de esa época, debido a que mucho fue destruido por la propia artista.
Naturaleza muerta cubista y mandolina, Marianne Brandt, sin fecha.
El impacto de la Bauhaus
La vuelta a Weimar en los años 20 marcó un giro inesperado en la carrera artística de Brandt. En el verano de 1923 visitó la paradigmática "Semana de la Bauhaus", una exposición abierta al público para mostrar los logros y avances de la incipiente Escuela. A sus 30 años, Marianne quedó impactada por la propuesta innovadora del proyecto y decidió anotarse como estudiante, sin sospechar que esto marcaría el comienzo de los años más significativos en el desarrollo de su labor como diseñadora.
Comenzó su camino bauhausiano en los cursos introductorios dictados por docentes de vanguardia como Josef Albers, László Moholy Nagy, Wassily Kandinsky y Paul Klee. A partir de ese momento, Moholy Nagy se convirtió en su mentor y uno de los primeros en motivarla a anotarse en el Taller de metal, espacio tradicionalmente reservado y liderado por hombres.
Autorretrato con joyas de metal, preparado para la “Fiesta metálica”. Escuela de la Bauhaus, 1929. Colección Bauhaus-Archiv, Berlin.
Las posibilidades expresivas del fotomontaje
En paralelo al Taller de metal, Marianne se interesó en la fotografía y realizó una famosa serie de fotomontajes. Abordó con mirada crítica temas como la metrópolis, la guerra y la aparición de la 'nueva mujer', una categoría a la que ella misma pertenecía. ¡Ayúdanos! La mujer emancipada, es un fotomontaje de 1926, en el que la artista superpone diferentes imágenes en torno al retrato de una mujer andrógina con pipa y sombrero. Alrededor de la figura femenina desplegó un grupo de imágenes aparentemente inconexas: un cementerio de tumbas de guerra, una imagen de hombres remando, una explosión de bomba, un paisaje de Río de Janeiro, un perezoso escalando su sombrero y un boxeador. A través de esta pieza, Brandt se propuso reflexionar en relación a la “nueva mujer”, moderna y emancipada, pero a su vez inserta en un contexto que pone en duda cuánto margen de acción tienen realmente las mujeres en los tiempos de la artista.
¡Ayúdanos! (La mujer emancipada), 1926. Fotomontaje, 68 × 50 cm. Staatliche Kunstsammlungen, Dresden.
El taller de metal (1924 - 1929)
El verdadero reconocimiento de Marianne Brandt llegó cuando ingresó como estudiante al Taller de metal de la Bauhaus, en el que Moholy Nagy era director en 1924. Junto a su compañero de estudio Willhelm Wagenfeld, se convirtió en una alumna de posición dominante en el taller, siendo el cincuenta por ciento de los modelos que se producían en base a bocetos diseñados por ambos. Su talento le permitió desarrollar un proceso de aprendizaje acelerado y rápidamente se encontró en un rol activo en la producción del taller. Entre sus primeras piezas se encuentran los ceniceros de 1924, objetos en metal que compuso a través del uso de las formas geométricas elementales: la semiesfera, el óvalo y el triángulo.
Ceniceros, 1924.
Otro diseño paradigmático de la Bauhaus realizado por Brandt, es la tetera en plata combinada con madera de ébano. Este objeto icónico también está ideado en base a tres formas básicas del lenguaje plástico: círculo, cuadrado y triángulo, y es absolutamente funcional. Marianne recuerda en sus memorias: “Queríamos realizar productos basados en formas simples, pero lo que más nos importaba era, que ninguna tetera que salga del taller tenga pérdidas o filtraciones a la hora de utilizarla para servir el té”.
Tetera en plata y ébano, 1924.
Gracias a su favorable impacto como estudiante, consiguió en 1927 un puesto de trabajo en el Taller de metales. Era conocida por sus fructíferas negociaciones y contratos con la industria para la producción de lámparas y su participación en el debate teórico en torno a la revista de la Bauhaus. En 1928 finalmente logró ser directora del taller, convirtiéndose en la primera mujer que pudo ascender a ese rol directivo en un entorno completamente dominado por hombres. De este período son las famosas lámparas Kandem, realizadas en conjunto con Hinnerk Bredendieck e ideadas para iluminar mesas de luz o escritorios.
Lámpara Kandem n° 702, Marianne Brandt & Hinnerk Bredendieck, 1928. Centro Pompidou, París, Francia.
Renuncia a la Bauhaus
Hacia 1929, Marianne expresó su decisión de abandonar la escuela de la Bauhaus con una carta al flamante director del momento, el arquitecto Hannes Meyer, en la que explicita las razones para dar este paso. Lo que más le afligía eran las críticas y prejuicios que debía soportar como mujer en su rol de directora. Tristemente, uno de los colaboradores que más atacó a Brandt fue Hinnerk Bredendieck, quien había sido su protegido y con quien había trabajado codo a codo para la elaboración de productos novedosos y funcionales. Bredendieck consideraba que ella solo podía desarrollar modelos sobre papel pero que le faltaban aptitudes físicas para el manejo de las máquinas para producir los objetos. Marianne respondió en su carta a Meyer, que su habilidad había sido más que demostrada en todos los años de experiencia como trabajadora y directora del Taller de metales. Ella sabía lo que podía y apoyada por Gropius y Moholy Nagy salió a buscar un nuevo horizonte profesional. Su nuevo destino sería la fábrica de metales “Ruppel” en la ciudad de Gotha, donde diseñó prototipos para diferentes objetos: lámparas, carritos de servicio, abridores de cartas, tinteros, cajas y relojes, entre otros.
Reloj de escritorio, 1932, Fábrica Ruppel.
Alejamiento de la escena artística y el diseño
En 1933, con el ascenso del nacionalsocialismo en Alemania, Brandt quedó desempleada. Este año marcó un quiebre en su carrera como diseñadora y fotógrafa de vanguardia, ya que su obra fue catalogada como “arte degenerado”. La censura y la persecución durante los años del nazismo afectaron profundamente el ánimo de Marianne, quien además atravesó la ruptura de su matrimonio y tuvo que refugiarse en la casa de sus padres en Chemnitz.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial retornó tímidamente a los espacios culturales que se encontraban activos en su ciudad natal. Realizó muestras y se afilió a la asociación de artistas. También trabajó como docente en la Escuela de Bellas Artes de Dresden y hasta viajó a China para organizar una exposición. Sin embargo, el contexto en que se encontraba no era el más fértil para el desarrollo de sus diseños de vanguardia. Chemnitz pasó a llamarse Karl-Marx Stadt (ciudad Karl Marx) y Alemania se convirtió en la República Democrática Alemana (DDR), bajo influencia de la Unión Soviética. El Estado alemán oriental no ofrecía espacio para el diseño de autor y no había una propuesta industrial para el desarrollo de productos innovadores, más bien se buscaba la estandarización.
Estampilla elaborada en 1998/99 por el 80 Anviersario de la Escuela de la Bauhaus.
Hacia fines de los años sesenta volvió a resurgir el interés por la Bauhaus en Alemania oriental y en 1976 se organiza una exposición con sus creaciones. Sin embargo para Marianne, con ochenta años, muy resignada y enferma, ya era tarde para volver a la escena artística, aunque se animó a tomar algunas fotografías desde la ventana de su casa paterna. En 1983 Marianne Brandt muere a sus noventa años. En 1999, durante los festejos del 80 aniversario de la apertura de la Bauhaus se realizó un homenaje al diseño alemán en el que incluyeron una de sus icónicas teteras para una serie de estampillas de correo.