Cristo en el Monte de los Olivos, de Andrea Mantegna

Maestro absoluto de la perspectiva, fue uno de los primeros artistas destacados del Renacimiento, que pareció adelantarse al Barroco. A lo largo de su obra, se distingue la notoria fascinación del italiano con la Antigüedad clásica.
Por Gisela Asmundo

 

Según Erwin Panofsky en su libro "Renacimiento y Renacimientos en el Arte Occidental", a finales del siglo XIV el arte de Italia estaba radicalmente divorciado de la Antigüedad, por lo que fue como el verdadero despertar del "Renacimiento". Se trató de un cambio "mutacional", es decir, un cambio repentino y permanente. Hay que tener en cuenta que en el Medioevo las figuras pictóricas tendían a ser más hieráticas, sin naturalidad, algo que luego se había perdido de la Antigüedad; por lo tanto en el siglo XIV, en Italia, estaban dispuestos a hacerlas "renacer" de sus cenizas.

Maestros como Donatello, artista y escultor florentino de principios del Renacimiento, fue uno de los padres del periodo. Representó una fuerza innovadora en el campo de la escultura monumental y en el tratamiento de los relieves al lograr representar una gran profundidad dentro de un mínimo plano, aspecto que se denominó con el nombre de stiacciato (relieve aplanado o aplastado). Junto con Masaccio, que fue el primero en aplicar a la pintura las leyes de la perspectiva científica, desarrolladas por Filippo Brunelleschi y León Battista Alberti, sirvieron de inspiración para otros jóvenes artistas como Paolo Ucello, Andrea del Castagno y más tarde, Andrea Mantegna. Lo que Brunelleschi y Donatello representaron para la arquitectura y la escultura a partir de 1420, Mantegna lo fue para la pintura italiana de la segunda mitad del siglo XV.

 

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Posible autorretrato de Andrea Mantegna en su obra La presentación de Cristo en el templo

 

Andrea Mantegna fue un niño prodigio. Nació en 1430 o 1431 en Isola di Carturo, una aldea situada entre Padua y Vicenza, Italia, en el seno de una familia humilde y sin educación elevada. Su padre, Biagio era carpintero, y no campesino como sostuvo Vasari. De su primera educación no se sabe nada hasta el 6 de noviembre de 1441 cuando aparece registrado en el gremio de pintores de la ciudad de Padua, donde se lo vincula con Francesco Squarcione, que es citado como pintor. El gran interés de Mantegna por lo antiguo nació en el taller de Squarcione, donde éste había ido recopilando una cantidad increíble de piezas arqueológicas. Se trató de una ambigua relación entre discípulo y sirviente, de la que Mantegna no pudo zafarse hasta 1448. Con diecisiete años logra independizarse, cansado de que su talento artístico fuera apropiado por su mantenedor. 

Pero Padua era mucho más que el taller de su maestro, era también una ciudad de grandes humanistas como Giovanni Marcanova y Felice Feliciano, además cerca de esta ciudad, en Arquà, había pasado sus últimos años el gran humanista europeo, Francesco Petrarca. A éstos hombres se acercó el joven Mantegna en su formación. Por otra parte, fue influenciado por los artistas toscanos que vivían en la ciudad como Paolo Ucello, Filippo Lippi y Donatello, que hacía poco había terminado el altar del santo y erigido su formidable obra, la epopeya ecuestre del Gattamelata. Una estatua en bronce situada en la Plaza del Santo en Padua, una de las primeras y más importantes estatuas ecuestres de todo el Renacimiento. 

En 1448 la Imperatrice Ovetari decidió encargar unos frescos para la capilla familiar de los Eremitani y recurrió a dos maestros tradicionales, Antonio Vivarini y Giovanni d'Alemagna; y a dos jóvenes modernos, Andrea Mantegna y Niccolò Pizzolo. Finalmente la obra sería terminada por Mantegna, ya que en 1450 murió Giovanni d'Alemagana, Vivarini se marchó en 1451 y Pizzolo falleció en 1453. La obra pareció formidable a los ojos de sus contemporáneos y es ahí cuando se vislumbra el rigor por la perspectiva del joven maestro y su obsesión por la Antigüedad clásica.

En 1453 se casó con Nicolosia Bellini, hermana de los reconocidos artistas Giovanni y Gentile Bellini, e hija de Jacopo Bellini, rival de Squarcione. Esto provocó la enemistad con el que había sido su maestro.

En 1459, Luis Gonzaga convence a Mantegna para que se traslade a Mantua. A partir de este momento trabajará toda su vida para la familia Gonzaga, bajo el mecenazgo directo de Isabella d'Este, marquesa de Mantua y esposa de Francisco II Gonzaga. De este modo comenzaría una relación de artista y mecenas que no tiene parangón en toda la historia del arte, con excepción quizás a la de Velázquez con Felipe IV, una relación hecha de aprecio y confianza recíprocos, de un intercambio de amistad franca. Hacia 1462 realizó para la capilla del castillo ducal mantuano un retablo del que forma parte El Tránsito de la Virgen, que se conserva actualmente en el Museo del Prado. 

 

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El Tránsito de la Virgen,1462. Técnica mixta sobre tabla, 54,5 x 42 cm. Museo del Prado, Madrid, España.

 

Como principal fruto de esos casi cincuenta años de patronazgo artístico quedan los dos trabajos más importantes de Mantegna: la decoración mural de la Cámara de Los Esposos en el Palacio Ducal de los Gonzaga y Los Triunfos del César, serie de grandes lienzos que hoy se conserva en el palacio de Hampton Court en Gran Bretaña. En la Cámara de los Esposos, podemos observar claramente lo talentoso que Mantegna fue, no sólo como un artista capaz de hacer que lo increíble pareciera real, sino por crear perspectivas ilusorias. Algo parecido no se volvería a ver hasta la aparición de Rubens en el siglo XVII. Al hacer un recorrido con la vista por las paredes del la Cámara de los Esposos, al divisar los extensos paisajes que se abren más allá de los cortinajes o detrás de las figuras de la corte y finalmente levantar la mirada al techo, sorprende encontrar el cielo azul con nubes blancas en el óculo de la bóveda. 

 
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 Óculo del techo de la Cámara de los Esposos, 1473 ca. Fresco, 270 cm de diámetro. Mantua, Italia.

 

La extraordinaria perspectiva constituye el primer ejemplo de ilusión arquitectónica que el artista logró maravillosamente. El ojo central del techo está rodeado por una balaustrada que sirve de apoyo a ocho querubines alados y a un pavo real, sobre la cual se asoman una vasija con naranjas y sonrientes mujeres. Los querubines parados en el borde generan una sensación de vértigo al ser observados desde abajo, e incluso Mantegna se divirtió al atravesar un madero sobre el que se sostiene el barreño para aumentar el efecto.

Mantegna pareciera ser un artista barroco adelantado a su tiempo. Sin lugar a dudas el nombre de Mantua quedaría asociado al artista y a su extraordinaria obra, la Cámara de los Esposos, la más famosa y la más rica en insinuaciones artísticas, que marcarían el futuro del arte de Italia y el mundo. En nueve años Mantegna concibió y concluyó un ciclo, al ser el primero en Europa en unir la gesta y la epopeya, el espacio real y virtual, la inspiración clásica y la conciencia del presente.  

Alrededor de 1480 pinta el San Sebastián, ahora conservado en Viena (Kunsthistorisches Museum), y se expande su fama por toda Italia. Posteriormente, con El Cristo muerto, Mantegna dará la pauta de la pintura de los años siguientes, la original perspectiva utilizada para la figura de esta obra es completamente inusual en la pintura renacentista.

 

Lamentación_sobre_Cristo_muerto_por_Andrea_Mantegna.jpgCristo Muerto, 1480. Temple sobre tela, 66 x 81 cm. Pinacoteca de Brera, Milán, Italia.

 

En 1488 pasaría una estancia en Roma a las órdenes del Papa Inocencio VIII para restaurar distintas obras. En 1490 regresa a Mantua. Uno de sus trabajos posteriores fue El Parnaso (1497), para Isabella d' Este, que se encuentra en el Museo de Louvre de París. También produjo diversos grabados que le sirvieron para difundir su dibujo incisivo. Estos trabajos tuvieron gran repercusión y se distribuyeron incluso en Alemania, por lo que influyeron a artistas de varios países europeos.

 

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El Parnaso, 1497. Lienzo, 160 x 192 cm. Museo de Louvre, París, Francia.

 

A medida que envejeció comenzó a enfermarse con frecuencia y se volvió mal humorado, además de atravesar dificultades económicas. El 13 de Septiembre de 1506 moría el maestro. Su hijo Ludovico describió en una carta algunas de las obras de su padre que quedaron en su casa, entre ellas el famoso Cristo Muerto de Brera.

 

Aproximación a la obra Cristo en el Monte de los Olivos (1460)

Esta maravillosa pintura nos enseña uno de los momentos más dramáticos de la vida de Jesús, la oración en el Monte de los Olivos. El episodio evangélico que antecede al prendimiento de Jesús y al inicio de su Pasión y muerte en la cruz. Después de cenar por última vez con sus discípulos, Jesús se retiró junto con tres de ellos, Pedro, Santiago y Juan, a un huerto cercano, el de Getsemaní. Del Evangelio según San Lucas 22, 39-46, Jesús se apartó de ellos y puesto de rodillas sintiendo una gran tristeza y dolor rogó: "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres". Buscó apoyo en sus discípulos, pero éstos se habían dormido. Jesús dijo: "¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil". Entonces se alejó de nuevo y exclamó: "Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad." Viendo a los discípulos todavía dormidos, repitió esta oración por segunda vez. Finalmente, volvió cerca de donde estaban y les dijo: "Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega".

 

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Cristo en el Monte de los Olivos, 1460. Témpera sobre tabla, 63 x 80 cm. National Gallery, Londres, Inglaterra.

 

Mantegna representó a Cristo en el aislamiento, apoyado sobre la peana rocosa, orando y dirigiendo su mirada al cielo, mientras un grupo de querubines (con la figura de los amorcillos clásicos) sostienen los símbolos de la pasión: la columna de la flagelación, la cruz, el palo con la esponja embebida de vinagre, la lanza que habrá de traspasar su costado. A través de la presencia aislada del redentor es posible sentir la desesperación ante lo inminente. Su discípulo Judas, que lo ha traicionado, conduce a una gran banda de soldados, junto con los esbirros, desde Jerusalén que bajan por el tortuoso sendero para arrestarlo.

A la derecha en la rama seca del olivo hay un pájaro representado a un buitre, en alusión a la inminente muerte del salvador, o un águila, si fuera este el caso se trataría de un guiño al comitente de la obra el duque Borso d'Este (fue Duque de Ferrara, Módena y Reggio desde 1450 a 1471), cuyo blasón de familia posee águilas. Contra un fondo montañoso se recorta Jerusalén encerrada en sus poderosas murallas. Las torres con las medias lunas y el edificio circular con sus arcos, que representa al Coliseo, el gran anfiteatro de la época del Imperio Romano, construido en el siglo I; parecen recordar al mismo tiempo el Oriente y la Roma Antigua. 

Mantegna empleó la perspectiva más bien para crear un escenario sobre el cual las figuras parecen estar moviéndose como seres sólidos y tangibles, las distribuye como un director de escena, para que reflejen la significación del momento y el curso de un episodio. Utilizó hábilmente el escenario del paisaje para contar la historia en una sola imagen, la marcha de los soldados desde las puertas de la ciudad creando drama y sugiriendo el paso del tiempo. Usó pintura al temple (pigmentos unidos con huevo) para describir detalles minuciosos como los ladrillos individuales de las murallas de la ciudad.

No hay separación entre el pasado y el presente de su época, existe la unidad del espacio, que avanza hacia el espectador hasta casi implicarlo en la concepción de la historia, como un drama inspirado en Donatello. De este último aprendió la agudeza cortante de los perfiles lineales, la definición plástica de las formas, la tendencia a las composiciones de perspectiva compleja. Pero ambos difieren porque la visión histórica de Donatello es más apasionante y la de Mantegna más fría. (Entender la pintura, ed. Orbis,1995, p.4). 

La obra refleja muchas de las cuestiones artísticas que le preocuparían a lo largo de toda su trayectoria, como su fascinación por el arte de la Antigüedad clásica. Los discípulos dormidos parecen estatuas de emperadores romanos con togas. Uno está acostado con las piernas mirando hacia el espectador, una pose difícil de pintar. Mantegna disfrutó experimentando con el escorzo de las figuras y su capacidad para atraernos a la imagen, realizó una pintura de tema sagrado pero de espíritu laico, una joya del arte universal.

Alberto Martini (1876 - 1954) pintor, diseñador, grabador e ilustrador gráfico italiano, sostuvo en 1963: "Mientras los maestros toscanos buscaban en la antigüedad clásica la afirmación de una nueva dimensión moral del hombre, Mantegna completa aquel mundo como un paraíso perdido, que solo es posible recuperar a fuerza de fantasía...". 

 

 

 

 

 

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