“He leído que en Chile se piensa que los indios no tienen cultura, que son incivilizados, que son intelectual y artísticamente inferiores en comparación a los blancos y los europeos. Más elocuente que mi opinión, en todo caso, son los testimonios gráficos. Es mi esperanza que un atestado imparcial y objetivo examinará esta evidencia. Siento que soy un representante de mi raza; mi gente habla a través de mis fotografías”.
Martín Chambi
Martín Jerónimo Chambi Jiménez nació en 1891 en Coasa, distrito de Carabaya, al norte del Lago Titicaca en Perú. Hijo de padres campesinos quechua-parlantes, Chambi tuvo que abandonar la escuela en la primaria a los catorce años. Tras la muerte de su padre partió a trabajar a las minas de oro de la selva peruana, en la ‘Santo Domingo Mining Company’, donde descubrió la fotografía de la mano de uno de los ingenieros que documentaban el yacimiento. Durante dos años recolectó pepitas de oro que se depositaban debido a las lluvias en la boca de la mina, que le permitieron realizar sus próximos pasos para aprender la fotografía y pagar sus gastos de manutención. Partió hacia Arequipa donde comenzó a trabajar con el afamado fotógrafo Max T. Vargas, permaneciendo a su lado durante siete años. Allí aprendió las técnicas fotográficas y el manejo comercial. Vargas tenía una amplia clientela en sus estudios de Arequipa y La Paz.
En 1917, Chambi emprendió viaje a Sicuani, a medio camino entre el Lago Titicaca y la ciudad de Cusco y abrió su primer estudio, donde se dedicó a realizar postales que vendía a 20 centavos. El lugar se convirtió en punto de encuentro para los lugareños quienes se hacían un retrato y charlaban. Como mestizo de familia rural que ascendió a la clase media mediante la adaptación y la adopción de tecnologías fotográficas, Chambi experimentó personalmente la profunda división entre las clases bajas indígenas y la élite peruana.
Paseo campestre de miembros de la Guardia Civil y el Cuerpo de Seguridad en el marco de la Primera Celebración del Día de la Policía (1928)
Su siguiente paso en 1920 le llevó a Cusco, centro del Imperio Inca. El contexto social y cultural fue el óptimo para él, debido a una creciente ola de interés turístico e histórico, y de varias investigaciones arqueológicas. El descubrimiento oficial de la ciudadela de Machu Picchu por Hiram Bingham en 1911 y la llegada de beneficios modernos como motocicletas, automóviles, vuelos aéreos y nuevas carreteras, contribuyeron al auge de su oficio y emprendimiento. Pronto su estudio se posicionó como el más importante. Atraído por el esplendor y la historia de la ciudad incaica, desarrolló allí sus trabajos más importantes hasta su muerte. Blancos, indios y mestizos, posaron para él. Fue uno de los primeros fotógrafos en capturar con su cámara los misterios de un lugar sagrado como Machu Picchu.
Autorretrato en Machu Picchu (circa 1930-1935)
Amante de la obra del pintor holandés Rembrandt y su manejo de los claroscuros que aplicó en su fotografía, Chambi se hizo más de cuarenta autorretratos para investigar pruebas con la iluminación, los juegos de luces y las sombras, en función de acentuar los contrastes. Realizó además extraordinarios retratos de grupo al aire libre y recorrió incansablemente el país a lomo de mula con su cámara, en condiciones difíciles.
Autorretrato (1956). Donado por Sara Facio en 2014 al Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires.
Una de sus fotografías más famosas es Boda de Don Julio Gadea, prefecto de Cuzco, realizada en 1930 y seleccionada por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, que adquirió una copia para su colección permanente, como una de las grandes fotografías de la historia. Es una bellísima escena del casamiento del prefecto de Cusco, Don Julio Gadea, cuya postura y vestimenta nos habla de su elevada condición social, con su joven novia Olimpia Arteta. Dos niñas que secundan al matrimonio vestidas de blanco, sostienen la larga cola del traje de novia en una diagonal que une la figura de la novia con el plano posterior. Impacta el tratamiento de la luz, que ilumina el rostro de los recién casados y los resalta del resto del grupo en segundo plano. El fondo muy oscurecido hace resaltar la figura de los novios muy iluminada.
Boda de Don Julio Gadea (1930)
Un 21 de mayo de 1950 en Cusco, un fuerte terremoto provocó derrumbes de montañas, cerros y edificios, dejando una secuela de innumerables víctimas y la debacle de sus estudios fotográficos. La vida de Chambi se apagó un 13 de septiembre de 1973. En 1977 se realizaron los primeros trabajos de catalogación y restauración del Archivo Fotográfico Chambi, financiados por la Fundación Earthwatch (Belmont). Fue el inicio del reconocimiento internacional de su obra.
El indigenismo
Cuando llegó a Cusco en 1920, el indigenismo estaba en pleno crecimiento y Chambi se convirtió en uno de sus representantes más entusiastas. Por un lado, los indígenas vivían explotados, en la miseria; y por el otro, estaban los terratenientes blancos y mestizos. Chambi hablaba quechua y podía dirigirse a su clientela en su lengua materna y establecer contacto con los campesinos. Vivía del trabajo de su estudio fotográfico al que acudían vecinos pobres y ricos de la ciudad.
Familia de Ezequiel Arce Garcés con su cosecha de papas (1940)
Los intelectuales peruanos de principios del siglo XX, incluido Chambi, estaban muy interesados en las diversas culturas indígenas de Perú, que consideraban la raíz de la identidad nacional peruana. El arte moderno peruano -incluida la fotografía de Chambi- fue moldeado por los valores e ideas de un grupo de filósofos cusqueños que abrazaron el indigenismo, la creencia de que la identidad regional debía surgir de las formas culturales originarias y que los pueblos indígenas debían ser más dominantes en la política local. Para Chambi y los indigenistas, Machu Picchu era un testimonio de la brillantez de sus constructores incas, reafirmaba su merecido lugar en la jerarquía social peruana y presagiaba un renacimiento indígena.
Aproximación a la obra: Sihuana, el gigante de Paruro
La imponente figura de casi dos metros de Juan de la Cruz Sihuana, oriundo del distrito de Llusco, en la provincia de Chumbivilcas, fue inmortalizada por Chambi en 1925 en una imagen que se conoce como Sihuana, el Gigante de Paruro. Poco se sabe de su vida, aunque sí, el hecho de ser reconocido regionalmente por su extraordinaria estatura. Se destaca una iluminación con marcados efectos de claroscuro y fuertes contrastes tonales de la película en blanco y negro. Chambi creó esta imagen por iniciativa propia y a sus expensas; no eran retratos por encargo. La fotografía de Chambi se publicó originalmente en el diario limeño El Peruano en el artículo ¿El gigante de Paruro?, pero no se imprimió en postales, ni se exhibió en exposiciones, ni se publicó en otros formatos durante la vida de Chambi.
Retrato de Juan de la Cruz Sihuana (1925). También conocido como El gigante de Llusco o El gigante de Paruro.
La fotografía fue tomada en interior con un telón de fondo pintado con un paisaje bucólico, que aporta un toque de clasicismo a la fotografía. La vestimenta tradicional incluye un poncho drapeado y un gorro de chullo. La imagen fue realizada siguiendo los cánones de las convenciones europeas del retrato. Su postura y su entorno imitan los retratos pintados en el siglo XIX, por el retratista afroperuano José Gil de Castro. En lugar de dar al retrato un título genérico, Chambi identificó a Sihuana por su nombre, lo cual elevaba a un retratado pobre e indígena al nivel de los clientes pagos de clase alta que acudían a retratarse ante el mismo telón de fondo.