Desde el naturalismo de sus comienzos, hasta la manera de ahondar en la personalidad de sus retratados, su pincelada única lo sitúa en la cúspide de la historia del arte.
Kathleen Eleonora "Kitty" Garman, la protagonista de la obra de 1947, fue la primera esposa de Lucian Freud, uno de los grandes exponentes de la denominada Escuela de Londres.
Su gran personalidad y posición aristocrática sentaron un precedente para posteriores pintoras de cortes europeas. Su influencia fue notable en el desarrollo del retrato en Italia y España.
John Singer Sargent, uno de los mayores referentes del modernismo, pintó a Virginie Amélie Avegno Gautreau en 1884. La presentación de la obra fue un escándalo en su momento, pero la historia la ubicó en el lugar que se merece.
Francesca Whitlum-Cooper, curadora asociada en The National Gallery, investiga un inusual retrato de 1470 sobre una mujer de la familia Hofer, y se pregunta: ¿Porqué tiene esta mujer una mosca en su cabeza y qué significa?
Considerada La Mona Lisa del norte, se convirtió en una de las obras más enigmáticas del barroco holandés. Su autor Jan Vermeer tuvo una destacada pero reducida producción, y es reconocido como uno de los maestros del efectismo y la ilusión visual.
El artista alemán Otto Dix retrató a la reconocida escritora y periodista en 1926, estableciendo un nuevo paradigma del arquetipo femenino en los tumultuosos comienzos del siglo XX.
Exponente ineludible en la pintura francesa del siglo XIX, sus innovaciones en el paisaje y el retrato fueron influencias claves en el advenimiento del movimiento impresionista.
Algunas de las principales maravillas del retrato durante el Renacimiento fue acentuar los símbolos de poder e idealización en la belleza de los protagonistas. Pisanello destaca ambas partes en la obra “Retrato de una princesa de la Casa de Este”.