Sábado, 18 Octubre 2025

Club de Pescadores, de Julio Quartino

Emblema arquitectónico de la costa porteña, el edificio y muelle de hormigón que se adentra en el Río de la Plata, fue declarado Monumento Histórico Nacional en 2001.
Por Martín Sassone Jueves, 16 de Octubre 2025

 

Suspendido sobre las aguas del Río de la Plata, a más de cincuenta metros de la costa, el edificio del Club de Pescadores se impone como una postal emblemática de Buenos Aires. Con su arquitectura de estilo tudor y su muelle de más de 500 metros, la construcción no solo resume más de un siglo de historia, sino que también encarna la obstinación de un grupo de aficionados que, a comienzos del siglo XX, soñaron con un refugio propio para practicar su pasión por la pesca.

El club fue fundado en 1903 por un grupo de entusiastas que levantó una modesta casilla en el llamado “muelle de los franceses”, una estructura utilizada en el siglo anterior por compañías carboneras galas que descargaban su mercadería en vagones del ferrocarril. Aquella precaria sede, ubicada a la altura de la actual prolongación de la calle Ayacucho, fue destruida por una sudestada el 10 de agosto de 1905, obligando a los socios a iniciar una larga búsqueda de un emplazamiento definitivo.

Tras años de gestiones, en 1928 el entonces presidente Marcelo Torcuato de Alvear firmó un decreto que otorgó al club la concesión de un terreno en la Avenida Costanera Norte, junto al permiso para construir un muelle y un edificio social. El proyecto fue confiado al ingeniero Julio Quartino, quien concibió una obra que combinara funcionalidad y belleza arquitectónica. La consigna era clara: levantar una construcción que se transformara en un orgullo de la ciudad.

Las obras comenzaron en 1929, luego de que el Ministerio de Obras Públicas aprobara los planos. Dos años más tarde, el 28 de octubre de 1930, se inauguró el muelle de hormigón armado, de 512 metros de largo, con una amplia plataforma que avanzaba sobre el río. En aquel entonces, la zona era un área pantanosa, casi desconectada del tejido urbano. Para facilitar el acceso, los propios socios organizaron un servicio de colectivo que partía desde Plaza Italia.

El edificio social fue inaugurado en 1937, con la presencia del presidente Agustín P. Justo. Quartino. Se eligió el estilo pintoresquista inglés, con claras influencias tudor: techos a dos aguas, entramados de madera oscura sobre muros blancos, torres simétricas y ventanas con vitrales. Su silueta, recortada sobre el horizonte, remite a un pequeño castillo europeo anclado en medio del río. La estructura combina el encanto de una casa de campo inglesa con la robustez necesaria para resistir el viento y la humedad rioplatense.

Durante la década del treinta, el edificio comenzó a consolidarse como un símbolo porteño. En 1939, la agencia Reuters instaló en su torre una antena receptora de noticias internacionales. Fue allí donde, según el actual vicepresidente del club, Luis Spandonari, se conoció primero en el país el fin de la Segunda Guerra Mundial. “El operador que estaba en la torre recibió el mensaje y, sin poder comunicarse con la oficina central, bajó a avisarnos por teléfono. Así nos enteramos todos los socios”, recuerda.

A lo largo de las décadas, el Club de Pescadores no solo fue un punto de encuentro para los amantes de la pesca deportiva –hoy cuenta con cerca de dos mil socios–, sino también un espacio de referencia cultural y turístico. En 1942, se inauguró allí el primer Museo Ictiológico y Biológico del Río de la Plata, acompañado por un pequeño acuario y un mareógrafo de la Armada Nacional.

El edificio sobrevivió a tormentas, negociaciones políticas y transformaciones urbanas. En 1991, la ley 24.301 le otorgó una concesión por 99 años, garantizando la continuidad del club en su emplazamiento. Una década más tarde, en 2001, el gobierno nacional lo declaró Monumento Histórico Nacional, reconociendo su valor arquitectónico y patrimonial.

Las tensiones con el gobierno porteño se hicieron sentir en los años 2000, cuando distintos proyectos de urbanización pusieron en discusión la permanencia del club. Finalmente, en 2009, se acordó la cesión de parte del terreno para ampliar la Costanera Norte, a cambio de la construcción de una playa de estacionamiento para socios y la extensión del muelle. Las obras fueron inauguradas en 2010.

Hoy, el Club de Pescadores conserva su espíritu original. En su interior, una sala de estar de estilo clásico con piano, una biblioteca, un museo histórico y un acuario invitan a recorrer un pedazo vivo de la historia porteña. En el exterior, su muelle ofrece una de las vistas más privilegiadas de Buenos Aires: hacia un lado, el perfil urbano y el Aeroparque Jorge Newbery; hacia el otro, el horizonte abierto del Plata.

 

 

 

 

 

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