Jueves, 09 Octubre 2025

Edificio La Prensa, de Carlos Agote y Alberto Gainza

Emblema del progreso y la modernidad de fines del siglo XIX, el edificio que albergó al diario La Prensa recobró su esplendor, recientemente restaurado y reabierto como la Casa de la Cultura.
Por Martín Sassone Miércoles, 08 de Octubre 2025

 

Símbolo del esplendor arquitectónico porteño de fines del siglo XIX, el edificio que alguna vez albergó al diario La Prensa vuelve a lucir su grandeza. Su fachada de inspiración francesa, coronada por la figura de Palas Atenea y un reloj Paul Garnier, fue testigo de más de un siglo de transformaciones políticas, sociales y culturales. Hoy, tras una restauración integral, recuperó su esplendor original y reabrió sus puertas como un espacio destinado al arte, la literatura y la creación contemporánea.

Ubicado en el número 575 de la Avenida de Mayo, en pleno corazón del centro porteño, el inmueble fue concebido por encargo de José C. Paz y diseñado por los ingenieros Carlos Agote y Alberto Gainza, siguiendo los lineamientos de la Escuela de Bellas Artes de París. Inaugurado en 1898, combinó el estilo Beaux Arts con las innovaciones técnicas de la Revolución Industrial, convirtiéndose en un emblema del progreso y la modernidad de la época.

Las fachadas —una sobre Avenida de Mayo y otra sobre Rivadavia— fueron proyectadas en París y completadas en Buenos Aires. Su estructura metálica, fabricada por la firma francesa Muasan, Loren, Sevè & Compañì, llegó desarmada desde Europa, al igual que los mármoles, vitrales y herrajes ornamentales. Fue el segundo edificio del país en contar con ascensor y uno de los primeros en incorporar sistemas de aire comprimido para el envío interno de mensajes, una avanzada red de comunicación que anticipaba el correo electrónico.

El exterior del edificio exhibe un lenguaje monumental: balcones unificados con faroles eléctricos —una novedad para la época—, esculturas alegóricas y una imponente cúpula coronada por la diosa de la sabiduría, Palas Atenea, cuya antorcha simboliza la verdad y la luz del conocimiento. Bajo ella, el águila que sobrevuela el reloj representaba el espíritu observador del periodismo, “que todo lo ve”.

En su interior, la estructura se organiza en torno a un patio central, atravesado por un lucernario de hierro y vidrio que ahora fue restaurado pieza por pieza. El edificio cuenta con dos subsuelos, planta baja y seis pisos, donde originalmente funcionaban las redacciones, los talleres gráficos, las áreas de impresión y distribución del periódico. También alojaba departamentos para los empleados, consultorios médicos y jurídicos, una biblioteca de más de seis mil volúmenes, un observatorio meteorológico y un gimnasio con sala de esgrima.

El Salón Dorado, inspirado en la opulencia de Versalles, fue escenario de conciertos, exposiciones y conferencias de figuras ilustres. Su ornamentación con pan de oro, espejos, vitrales y arañas de bronce lo convirtió en uno de los espacios más fastuosos de la ciudad. Otro rasgo distintivo son los cielorrasos entelados, los frescos pintados a mano y los símbolos masónicos que se repiten en la decoración, en sintonía con las creencias de su fundador.

A lo largo del siglo XX, el edificio atravesó diferentes destinos. En 1951, durante el gobierno de Juan Domingo Perón, fue expropiado y cedido a la Confederación General del Trabajo. Años después, pasó a manos del Gobierno de la Ciudad y se consolidó como sede de la Casa de la Cultura, un espacio dedicado a la promoción artística y patrimonial.

Tras más de un siglo de historia, la restauración iniciada recientemente devolvió al edificio su esplendor original. La intervención abarcó más de la mitad de sus 12522 metros cuadrados e incluyó la limpieza y reparación integral de la fachada, la renovación de los sistemas eléctricos y sanitarios, la restauración del lucernario central —que recuperó sus 1463 piezas de vidrio originales— y la puesta en valor del patio de carruajes, el hall central y el muro de placas conmemorativas.

Por primera vez en el siglo XXI, el público puede  recorrer un nuevo corredor que atraviesa el edificio de lado a lado, conectando Avenida de Mayo con la calle Rivadavia a través del Pasaje Ana Díaz y el Pasaje de los Carruajes. En el patio central funcionará además El Periódico, un bar concebido como punto de encuentro para artistas, periodistas y vecinos.

La Casa de la Cultura, Monumento Histórico Nacional desde 1995, es testimonio de una época dorada de la arquitectura argentina y, a su vez, espacio vivo de creación, memoria y encuentro ciudadano.

 

 

 

 

 

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