Edificio Kavanagh

Cuando se inauguró en 1936 se convirtió en la torre más alta de Sudamérica. El edificio, que sintetiza los estilos racionalista y art déco, tiene una forma parecida a la proa de un barco, y está inspirado en el Rockefeller Center de Nueva York.
Por Martín Sassone
Edificio Kavanagh Fotos: Alberto Brescia

 

Detrás de la construcción del edificio Kavanagh, una de las obras arquitectónicas más importantes de la ciudad de Buenos Aires, hay una leyenda urbana tan pintoresca como poco probable. Según el mito, que se fue puliendo en el último siglo, se trata de una historia de amor y despecho que tuvo a la alta sociedad porteña como protagonista. Mercedes Castellanos de Anchorena se opuso a que su séptimo hijo, Aaron, se casara con Corina Kavanagh, que había heredado una gran fortuna de su primer esposo, porque no era de origen patricio. Y la venganza fue inusual y temeraria: Kavanagh encargó la construcción del edificio, frente a la Plaza San Martín, e impidió así la vista de la Basílica del Santísimo Sacramento desde el Palacio Anchorena, un golpe simbólico para Catellanos de Anchorena, ya que era una destacada benefactora de la iglesia católica.

El historiador y académico Roberto L. Elissalde se encargó de derribar ese mito que considera una “novela rosa” a la que suelen recurrir algunos guías para entusiasmar a los turistas. En un artículo para La Gaceta Mercantil explicó que “Mercedes nunca se opuso a ningún casamiento de ese hijo y mucho menos Corina tuvo semejante idea de vengarse por una sencilla razón: al tiempo de levantarse el magnífico edificio, los restos de la señora de Anchorena descansaban en la basílica del Santísimo Sacramento ya que falleció el 9 de julio de 1920”.

Lo cierto es que el Kavanagh es un emblema de la ciudad. Se construyó en apenas catorce meses y el proyecto fue liderado por el estudio de arquitectos Sánchez, Lagos y De la Torre, y el ingeniero Rodolfo Cervini. Al momento de su inauguración, el 2 de enero de 1936, con sus treinta y un pisos y 120 metros de altura, se convirtió en la torre más alta de Sudamérica. En su libro Kavanagh, el arquitecto Silvio Plotquin, cuenta que el modelo de desarrollo urbano fue el Rockefeller Center de Nueva York.

Ubicado en el corazón del barrio de Retiro, tiene su ingreso principal por Florida 1065 y ocupa buena parte de la manzana con forma triangular que da a San Martín y Marcelo T. de Alvear, y en la que en uno de sus vértices inicia su corto recorrido la calle Dr. Ricardo Rojas. El coqueto pasaje Corina Kavanagh separa al rascacielos del célebre Plaza Hotel, explotado por la cadena Marriott. El edificio, que sintetiza los estilos racionalista y art déco, tiene una forma parecida a la proa de un barco, y su orientación apunta al Río de la Plata. Desde los pisos más altos se puede disfrutar de una vista panorámica de la Plaza San Martín, la estación de trenes de Retiro y otros puntos clave de esa parte de la ciudad.

La construcción tiene una forma escalonada y por ello pudieron instalarse terrazas jardín. El edificio cuenta con 105 departamentos y entre otros detalles posee un equipo de aire centralizado, algo novedoso para la época en la que se construyó, una pileta, talleres de lavado y planchado, cámara frigorífica y sistema telefónico central. Hay, además, doce ascensores y cinco escaleras, pero no tiene cocheras. En la planta baja se sitúan los halls de acceso, locales comerciales y consultorios. En 1999 fue declarado Monumento Histórico Nacional y desde ese mismo año pertenece al Patrimonio Mundial de la Arquitectura de la Modernidad, por decisión de la Unesco.

Los departamentos más pequeños tienen unos 140 m2. El departamento que eligió Corina Kavanagh para ella, el 14 “A”, tiene 740 m2, con vistas en 360 grados, cinco suites, una terraza con una galería de columnas de estilo jónico, dos jardines parquizados y hasta una pista de baile. En 2008, el departamento se vendió en 5,9 millones de dólares, a razón de 8126 dólares el metro cuadrado y su comprador fue Alain Levenfiche, un multimillonario de origen francés y criado en Londres que obtuvo el título nobiliario de lord. Desde hace unos años lo tiene a la venta y si bien ya rebajó el precio por debajo de los u$s3 millones no consiguió comprador.

El verdadero motivo de la construcción no fue tan pintoresco como el de la leyenda, sino económico: creó un edificio de rentas, ya que la ley de propiedad horizontal aún no existía y podía explotarlo un solo propietario. Con todo, el Kavanagh es mucho más que un edificio que habitan políticos, millonarios, empresarios y celebridades, es una obra de arte que se creó no sólo para ser contemplada sino también para ser vivida. 

 

 

 

 

 

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