“Juana Azurduy, flor del Alto Perú, no hay otro capitán más valiente que tú”
Mercedes Sosa
El Monumento a Juana Azurduy, una de las adiciones más recientes al patrimonio de la ciudad de Buenos Aires, ha sido testigo de una intensa controversia política desde su inauguración en 2015. Ubicado inicialmente en la Plaza Colón, justo detrás de la Casa Rosada, su llegada estuvo rodeada de polémica debido a que implicó el traslado del monumento a Cristobal Colón que ocupaba previamente ese espacio. Sin embargo, la escultura creada por el talentoso artista Andrés Zerneri apenas permaneció dos años en esa ubicación antes de encontrar un nuevo destino.
Juana Azurduy (12 de julio de 1780 - 25 de mayo de 1862) fue una figura clave en la historia de nuestra nación. Nacida en lo que hoy es territorio boliviano, representó al Alto Perú durante las guerras de independencia hispanoamericanas, luchando por la emancipación del Virreinato del Río de la Plata contra el dominio de la Monarquía española. Azurduy asumió el mando de las fuerzas que conformaron la denominada Republiqueta de La Laguna, desempeñando un papel protagónico junto a destacados líderes militares criollos como Manuel Belgrano, Martín de Güemes y su esposo, el comandante Manuel Ascencio.
El reconocimiento a la figura de Juana Azurduy llegó un siglo después de su muerte. Sus restos fueron trasladados a un mausoleo en la ciudad de Sucre, y su cumpleaños fue declarado como el Día de la Confraternidad Argentino-Boliviana. En 2013, la entonces presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, tomó la decisión de reemplazar la estatua del marinero genovés, donada por la Comunidad Italiana Argentina en conmemoración del centenario de la Independencia en 1910, por la estatua de esta heroína indígena. Esta acción simbolizaba un adeudado reconocimiento a la contribución histórica de las poblaciones indígenas a la nación, cuyas voces habían sido menos representadas.
La construcción del Monumento a Juana Azurduy contó con el aporte de un millón de dólares donados por el presidente boliviano Evo Morales. Bajo la habilidad artística de Zerneri, la obra tomó forma en los galpones de la antigua Escuela de Mecánica de la Armada, con la colaboración de 45 personas y una dedicación de casi tres años de trabajo.
La obra pesa veinticinco toneladas y mide nueve metros, y se encuentra sobre un pedestal escalonado de siete metros, una base piramidal inspirada en la cultura Tiahuanaco, una antigua civilización precolombina que se desarrolló en lo que hoy es Bolivia. La cultura Tiahuanaco es conocida por su arquitectura monumental y su influencia en la región.
La figura central de la escultura representa a Juana Azurduy con su espada en la mano izquierda, que simboliza su papel en la lucha por la liberación de su pueblo y su valentía en el campo de batalla. En la espalda se encuentra un bebé sostenido por un aguayo, en alusión al rol de las mujeres en la crianza y protección de las futuras generaciones. Su mano derecha extendida es un gesto de protección tanto hacia el niño como hacia el pueblo en general, una muestra de su compromiso con la defensa y el cuidado de su comunidad. Además, el poncho que la cubre imita los pliegues y diseños de las lanas utilizadas por las etnias indígenas americanas. Juana Azurduy no está sola. La acompañan otras doce figuras, entre ellas sus cinco hijos y un gaucho en representación de Martín Miguel de Güemes.
La estatua duró poco detrás de la Casa de Gobierno. Por las obras del denominado Paseo del Bajo, en septiembre de 2017, durante la gestión de Mauricio Macri, quien antes se había opuesto a que reemplazara el monumento de Colón, fue trasladada a la Plaza del Correo, donde está ubicado el Centro Cultural Kirchner (CCK) y allí Zerneri la reacondicionó para darle el toque final.
