Monumento al Inca Garcilaso de la Vega, de Joaquín Roca Rey

A metros de Malba se encuentra esta escultura de mármol de Carrara que rinde homenaje al escritor peruano y representa el mestizaje de las culturas hispano-incaicas.
Por Martín Sassone

 

Ubicado en la plaza República de Perú, entre la Avenida Figueroa Alcorta y Jerónimo Salguero, y con el contraste del Malba de un lado y del Alcorta Shopping del otro, se erige el Monumento al Inca Garcilaso de la Vega, el padre de las letras americano, quien murió un 23 de abril de 1616, fecha que llamativamente coincide con el deceso de otros dos grandes autores de la literatura universal: Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare.

Hijo de un conquistador español y de una princesa inca, nació el 12 de abril de 1539 en la ciudad de Cuzco bajo el nombre de Gómez Suárez de Figueroa, aunque más adelante se haría llamar Inca Garcilaso de Vega, en honor a su tío abuelo, el poeta Garcilaso de Vega. Considerado el primer mestizo racial y cultural de América, su comienzo en la literatura fue con la notable traducción en 1590 de Los Diálogos de amor de León Hebreo, escrita en italiano. Su primera crónica, La Florida del Inca, relató la conquista de la península de ese nombre por Hernando de Soto. Y su obra más destacada fue Los Comentarios Reales, cuya primera parte narra la historia, cultura e instituciones sociales del imperio incaico; y la segunda, a la que llamó Historia general del Perú, se ocupa de la conquista de esas tierras y de las guerras civiles.

La estatua que lo homenajea a metros del Malba está sobre una base cuadrangular, y en la cara frontal están sus datos biográficos. En la cara que se halla a la izquierda (mirando de frente al monumento) hay un águila bicéfala. Y del otro lado hay un cóndor. El águila bicéfala representa al Imperio de Carlos V, mientras que el cóndor es un ave típica de América, presente en escudos de naciones como Chile, Bolivia, Colombia y Ecuador. La presencia de ambas aves está relacionado con el mestizaje cultural de la región.

Construida en mármol de Carrara, mide 3,50 metros de altura y su base es de mampostería enchapada en mármol. La obra lleva la rúbrica del artista peruano Joaquín Roca Rey, y es una réplica de la que está ubicada en la Villa Borghese, en Roma, también creada por él.

El monumento fue emplazado el 13 de abril de 1973 en la plaza diseñada por el arquitecto y paisajista brasileño Roberto Burle Marx. Según una crónica de la época de la Revista Panorama, el por entonces director general de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad, Leandro Vivet, explicó que “se eligió a Rey por ser un especialista en la vida del Inca Garcilaso (…) y para realizarla se inspiró en los Comentarios Reales, textos en los cuales el legendario mestizo describe las vicisitudes de sus antepasados incaicos”. El costo del monumento -que gestionó ante la Municipalidad el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, para conmemorar el sesquicentenario de la Independencia Peruana- fue de 10 mil dólares; el precio incluyó su traslado desde Italia.

En uno de los barrios más costosos y coquetos de la ciudad, la estatua del Inca Garcilaso de la Vega no solo es una muestra más del rico patrimonio cultural porteño sino que es un recordatorio del poder de la pluma y de nuestros orígenes e historia, con sus luces y sombras. 

 

 

 

 

 

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