Difícil es ignorar una creación de Aakash Nihalani. Más difícil, aún, escapar a un lugar común sobre su obra: salta a la vista. El artista de ascendencia india, nacido en Nueva York, es un maestro de la perspectiva y reconocido internacionalmente por su trabajo en tres dimensiones. Sea en galerías a puertas cerradas o en tándem con el escenario urbano de La Gran Manzana; sea a pequeña escala o en intervenciones que pueden ocupar lados enteros de un edificio, la propuestas de Nihalani captura la atención del espectador y lo invita a participar y jugar con formas geométricas tridimensionales e ilusiones ópticas de una manufactura impecable.
Utilizando pocos materiales, entre los cuales la cinta adhesiva tiene un rol claramente destacado, el artista plástico oriundo de la localidad de Queens crea desde pequeños cubos que parecen desprenderse de la pared hasta compuertas gigantes que se abren en muros y plataformas suspendidas en el aire que marcan caminos ascendentes. Toda su obra se plasma sobre superficies bidimensionales y logra la ilusión de profundidad mediante dos recursos fundamentales: un uso muy preciso de la perspectiva, que invita a apreciar cada pieza desde un ángulo específico, y la participación de performers que interactúan con las mismas. Sean estáticas o simulen movimiento, la incorporación de actores y actrices que juegan con las intervenciones de Nihalani enfoca la atención del espectador, con el fin de generar un efecto específico para cada creación en particular.
La combinación entre formas geométricas, colores brillantes y la intervención del espacio público, que pasa a ser un componente más de la pieza artística, es una marca característica del trabajo de Nihalani. No solo brinda una ejecución de una prolijidad brillante y un uso notable del punto de vista, sino que la integración indisoluble de sus obras con los elementos urbanos que la rodean genera un momento único para el espectador, que tiene la oportunidad de una distensión lúdica en su quehacer cotidiano. Para generar este nuevo espacio, la selección criteriosa de la localización de sus figuras tridimensionales es fundamental. Radicado en Brooklyn, ubica sus creaciones en partes específicas de la ciudad, que destacan y resignifican el lugar mismo donde son emplazadas.
Si bien en un principio la mayoría de su trabajo lo realizaba en base a cinta adhesiva y cartón corrugado, con el tiempo fue incorporando nuevos materiales, como madera y acero, que le permitieron plantear creaciones más perdurables en el tiempo, en forma de esculturas tanto ubicadas en el suelo como montadas en paredes. En algunos trabajos, incluso, incorpora espejos para crear ilusiones ópticas más complejas, así como animaciones y proyecciones interactivas, en las cuales la actriz Helen Rogers, una de sus asiduas colaboradoras, tiene un rol performático fundamental.
Más allá de reclamar la atención momentánea del espectador, Aakash Nihalani no pretende inculcar ningún tipo de mensaje ni sumar adeptos a algún tipo específico de filosofía. Según él, “la gente necesita entender cómo son las cosas, no cómo deberían ser. Mi trabajo se crea como reacción a lo que encontramos en nuestras vidas. Solo estoy conectando los puntos de manera distinta para armar mi propia imagen. Los demás deberían poder ver que ellos también pueden crear, conectar los puntos a su manera”. Su objetivo se centra en el impacto visual y en la captura de una emoción fugaz, que se esfuma cuando la interacción con la obra termina. Toda una declaración en sí misma sobre la posmodernidad y el consumo cultural actual.