El vértigo parece ser uno de los principales atractivos para los ciudadanos de origen chino. La combinación de un paisaje sobrecogedor y una inyección de adrenalina es un recurso que el turismo del gigante asiático sabe explotar hace ya tiempo. En esta categoría entra, sin dudas, el puente Ruyi, una hélice helicoidal de acero y vidrio transparente de cien metros de largo. Ubicada en la provincia de Zhejiang, en el este de China, la estructura compuesta por tres puentes ondulados une dos picos montañosos a 140 metros de altura, en el valle de Shenxianju.
Su construcción inició en 2017 y el acceso al público se habilitó en septiembre de 2020. Sin embargo, no fue hasta dos meses después de su inauguración que el estrafalario puente cobró notoriedad por fuera de China, cuando el astronauta canadiense y figura pública, Chris Hadfiled, subió a su cuenta de Twitter un video tomado con un dron de la atracción turística en cuestión. Su forma delirante y su estructura que parece desafiar las leyes de la física produjeron una reacción de incredulidad y desconfianza en las redes sociales. Tomado en primer lugar como un fake muy bien realizado por computadora, no fue hasta que la página Snopes, reconocida web especializada en comprobar la veracidad de rumores en la web, corroboró la existencia del puente Ruyi.
Vista de perfil, la estructura semeja un ojo, compuesto por un arco central cóncavo, en cuyo centro se alcanza la mayor altura, rodeado por dos pasarelas laterales con forma de sinusoides convexas, conectadas en el medio por un puente más pequeño, lo que permite cruzar de un lado a otro. Las tres partes del puente están interconectadas por cables, por lo que en realidad, las pasarelas de los costados se encuentran en parte suspendidas, colgando del arco central. En los extremos del puente, las tres secciones se interconectan y las bases se incrustan en la roca. El diseño está pensado de tal manera que el peso de la construcción se distribuya a lo largo de toda la estructura. El resultado es una genialidad de la ingeniería que combina elementos de tres tipos de puentes: de suspensión, de arco y de vigas.
Inspirado en el ruyi de jade, un objeto decorativo curvo que simboliza el poder y la buena fortuna en el folclore chino, el puente está ubicado en el Área Escénica de Shenxianju, una zona de 158 kilómetros cuadrados al sureste de la provincia de Zhejiang, cercana al mar de la China Oriental. El lugar es un sitio montañoso bellísimo, atravesado por ríos, bosques y picos rocosos. Luego de un día de lluvia, el valle, cubierto de una niebla que apenas deja entrever las montañas, crea una atmósfera onírica que potencia la experiencia de estar caminando “por el cielo”, una sensación reforzada por el vidrio del piso que genera la ilusión de estar pisando literalmente en el aire.
El puente fue diseñado por el ingeniero He Yunchang, un experto en el trabajo con acero e integrante de la Asociación China de Estructura Metálica. Es el fundador y presidente de la empresa Ever Prosper, una multinacional especializada en la construcción con acero y el desarrollo inmobiliario. La compañía es la responsable de varias estructuras famosas en el país asiático, incluidos el Bird’s Nest (el estadio nacional de Beijing y principal escenario de los Juegos Olímpicos de 2008) y la nueva torre de la China Central Television (CCTV).
La fascinación por este tipo de atractivo turístico no es nueva en China. De hecho, cuentan con el puente de vidrio más largo del mundo, con una extensión de 526 metros. Ubicado en la provincia de Cantón, cruza por lo alto el río Lianjiang y permite una vista única del área de las Tres Gargantas de Huangchuan. También podemos contar entre estas experiencias extremas las visitas a la pasarela Grand Canyon de Zhangjiajie o la de Tianmen, ambas elaboradas en parte con vidrio transparente y montadas sobre abismos aterradores.