Desde que nace, el ser humano es encerrado en diferentes cajas a lo largo de toda su vida: cunas, aulas, oficinas, subtes, colectivos, asilos y, finalmente, ataúdes. Esta concepción de nuestro paso por el mundo terrenal fue lo que impulsó al arquitecto Javier Senosiain a abrazar los preceptos de la denominada “arquitectura orgánica”, de la cual es uno de sus más destacados exponentes.
Nacido en 1948 en la Ciudad de México, y egresado de la Escuela Nacional de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Senosiain considera que el ser humano no debe rechazar sus orígenes, su matriz biológica. En sus propias palabras, “debe recordar que el mismo proviene de un principio natural y que la búsqueda de su morada no puede desligarse de sus raíces; es decir, debe evitar que su hábitat sea antinatural".
El estilo orgánico es un movimiento arquitectónico que fue promovido fundamentalmente por arquitectos escandinavos en las décadas del treinta y del cuarenta, y por el arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright, uno de los máximos referentes de Senosiain. La idea central es lograr construir espacios que se adapten al cuerpo humano: el arquitecto no debe limitarse a diseñar las estructuras y la disposición de los ambientes, sino que debe extenderse a las necesidades ambientales, físicas y psicológicas, tomando en cuenta su origen en la naturaleza y sus antecedentes históricos.
El máximo exponente de esta idea de Senosiain es la construcción del Parque Quetzalcóatl, en el municipio de Naucalpan de Juárez de su México natal. Una idea que elaboró en los 2000, comenzó en 2008 y que todavía se encuentra en desarrollo, un espacio de preservación ecológica que se fue expandiendo progresivamente y que ahora es un proyecto de regeneración social, en conexión con la naturaleza.
El parque, del cual se espera su inauguración en el plazo de los próximos años, integra edificaciones y naturaleza bajo los preceptos de la arquitectura orgánica. Así, por ejemplo, la boca de una cueva termina en una cabeza de serpiente, dando la sensación de entrar y salir del terreno; un camino de baldosas conduce a un tazón gigante de piedra, decorado con azulejos pequeños de colores y la vegetación que se adueña de su estructura; un anfiteatro moldeado en el punto bajo de una colina se encuentra completamente recubierto por un pasto suavemente recortado, dando la sensación de ser un accidente prolijo de la naturaleza; y un lago artificial con un contorno irregular es decorado por asientos de piedra con formas de cisnes blancos.
A estas combinaciones entre naturaleza y arquitectura se suman esculturas, vitreaux multicolores y una trabajo paisajístico cuidadosamente elaborado que da la sensación de encontrarse en un parque diseñado por un ente divino meticuloso y dedicado. Un estilo organizado en torno al principio de que las formas arquitectónicas deben emular el mundo natural, en contraposición a los diseños angulosos que “pueden ser visual e incluso físicamente agresivos”, según Senosiain. Para remediarlo, una idea central de su estilo es la eliminación de líneas y ángulos agudos en favor de formas redondeadas. Senosiain ve su obra como un acto de reconciliación con la naturaleza, “un regreso al útero”, del que la arquitectura moderna y los procesos industriales nos han aislado en gran medida.
El proyecto arquitectónico se encontró con un terreno irregular de 5 mil metros cuadrados y una topografía muy accidentada, atravesada por una cañada con encinos. Varias de las cuevas debieron ser colapsadas por lo peligrosas que resultaban y solo se conservó una de 50 metros de largo por 6 de ancho.
El Parque Quetzalcóatl tiene tres zonas dedicadas a los grandes reinos de la naturaleza: animal, vegetal y mineral; y cuenta con una zona para hortalizas, un jardín desértico, un invernadero, un área con plantas medicinales y otra denominada “Jardín de mariposas”, habitado por estos bellos insectos. Gracias a la distribución del terreno, las aguas de lluvia se encauzan en canales abiertos a espejos de agua, y el excedente es preservado en cisternas para ser utilizado en época de sequía.
El principal sistema constructivo del Parque es el ferrocemento, una técnica dominada por el arquitecto mexicano que consiste en un esqueleto de varilla forrado por dos mallas de gallinero, una por fuera y otra por dentro, a la que se les aplica cemento y arena. Por fuera, azulejos, conchas y madera se fusionan con la naturaleza para darle la impronta única de los trabajos de Javier Senosiain.
El predio todavía se encuentra en construcción y se espera que se inaugure en el transcurso de los próximos años, según las propias palabras del arquitecto. De momento, es posible conocer el lugar alojándose en el Nido de Quetzalcóatl, una serie de departamentos de lujo conjuntos al parque y también diseñado por Senosiain. Alquilar uno de estos exclusivos alojamientos es, por ahora, la única forma de vivir en primera persona la experiencia única del Parque Quetzalcoatl.