Paula Modersohn Becker: el expresionismo al desnudo

Fue la primera artista expresionista alemana y una de las más importantes de comienzos del siglo XX. Vivió en comunidad y la libertad de sus autorretratos marcaron el comienzo de una era de expresión vanguardista para las mujeres. 
Por Gisela Asmundo

 

Paula Modersohn-Becker nació en Dresde, Alemania, el 8 de febrero de 1876. Fue la tercera hija de siete hermanos; su padre Carl Woldemar Becker, era ingeniero, y su madre Mathilde pertenecía a una familia noble de Turingia. Pasó los primeros doce años de su infancia en Bremen, y desde niña estuvo firmemente decidida en convertirse en pintora. 

Como parte de su formación, a comienzos del verano de 1892, su familia la envió a Inglaterra para aprender inglés. Una hermanastra de su padre vivía en las afueras de Londres y allí también tomó cursos de arte en la St. John's Wood Art School. En 1896 se trasladó a Berlín  para estudiar en la Asociación de Artistas Berlineses (Verein der Berliner Künstlerinnen). Este tipo de escuelas eran en donde podían iniciarse en la pintura las mujeres, ya que en aquella época, no tenían aún acceso a las academias de Bellas Artes.

 

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Paula Modersohn Becker (1876 - 1907)

 

Hasta 1871 Alemania no fue una nación, era, en parte, un conglomerado de principados y ducados, es decir, culturalmente no estaba centralizada como ocurría con París. Importantes ciudades como Berlín, Bavaria, Dessau, Weimar, Dresden poseían mucha afiliación local. Ese año, con Berlín como capital, en los tiempos de la guerra franco-prusiana, Guillermo I de Alemania implementó un régimen de cultura conservadora, generando por esa razón que algunos artistas con ideas más libres e innovadoras empezaron establecerse en áreas rurales. 

Worpswede es un pueblo ubicado veinte kilómetros al noroeste de Bremen. En 1884, Fritz Mackensen, estudiante de arte de la Academia de Dusseldorf, fue invitado a pasar sus vacaciones allí y se fascinó con el lugar. Durante tres años lo siguió visitando y en una rapsodia entusiasta instó a sus compañeros a establecerse en el lugar emulando el modelo de Barbizón francés. Estos artistas buscaban alejarse de la ciudad, y de los preceptos hegemónicos academicistas del arte. A medida que pasaba el tiempo iban apareciendo otros artistas alemanes, que alquilaban habitaciones a los aldeanos utilizándolas también como estudio; otros iban construyendo sus propias casas, como el artista y arquitecto Heinrich Vogeler y así se conformó la "colonia artística" (Künstlerkolonie) de Worpswede. En 1895, en la muestra internacional de arte de Munich, realizaron una exposición conjunta y se dieron a conocer por toda Alemania. Como consecuencia se logró publicitar Worpswede atrayendo un mayor número de turistas.

En 1898 Paula es invitada a tomar clases con Fritz Mackensen en la colonia de artistas de Worpswede. Para la joven, que había crecido en Bremen, era ideal: un conducto hacia la vida del arte que sus padres consideraban tontamente imposible. En la clase de Mackensen, Paula conoció a la joven escultora Clara Westhoff su entrañable amiga, futura esposa de Rainer Maria Rilke.

 

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 Paula Modersohn Becker junto a su amiga, la escultora Clara Westhoff.

 

Vogeler fomentaba los lazos de la comunidad e invitaba a veladas nocturnas en su casa donde tocaba instrumentos y leía poesía. Las mesas se acostumbraban a empujar hacia atrás para bailar. En una de las obras del artista, llamada Sommerabend, de 1905, se puede identificar al grupo de Worpswede: Paula Becker, Clara Westhoff, Otto Modersohn, y al mismo Vogeler tocando el violín, en su propia casa. 

 

EbwSYMNWkAEbtQM.jpegSommerabend, 1905. Heinrich Vogeler

 

Fue allí donde Paula también conoció al paisajista Otto Modersohn, su futuro esposo. Modersohn estaba casado desde 1897 con Helene Schröder, con quién tuvo una hija en 1898 llamada Elsbeth. En ese entonces, Hélene estaba muy enferma (moriría de tuberculosis en junio de 1900). Él, luego de enviudar en 1901, se volvería a casar, esta vez con Paula Becker. 

 

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Paula Modersohn Becker y su hijastra Elsbeth 

 

Tras unos años en el pequeño círculo de artistas de Worpswede, viajó a París por primera vez en diciembre de 1900, el lugar de encuentro por excelencia de todas las corrientes artísticas europeas. Allí se encontró con obras de vanguardia, que contribuyeron en su búsqueda de nuevas formas de expresión. Otros grandes artistas alemanes como Emil Nolde, Bernhard Hoetger o Käthe habían realizado estancias en la Ciudad Luz en busca de inspiración. Junto con su amiga Clara Westhoff, que ya se encontraba allí desde fines de 1899 con el entusiasmo de convertirse en alumna del escultor Auguste Rodin, visitaron el Louvre, exposiciones y galerías, como la del reconocido Ambroise Vollard, en donde descubrió su fascinación por Cézanne. 

En París tomó clases de arte en la Academia Colarossi en el Barrio Latino y también lecciones de anatomía en la Escuela de Bellas Artes. En la capital francesa se interesó por una escultura expuesta en el Salón de los Independientes y luego fue a visitar al escultor Bernhard Hoetger en su taller. Hoetger, a su vez, deseó conocer las obras de Paula, quedando sorprendido por las mismas. Fue la primera vez que recibió  el reconocimiento a su labor por parte de un artista importante por fuera de la comunidad de Worpswede. 

En febrero de 1906, abandonó Worpswede, y a su marido, trasladándose definitivamente a París. Sin embargo Otto seguiría insistiendo en que volviera y no dejó de brindarle soporte económico.  En sus cartas desde París le solicitaba dinero a su  esposo para pagar el alquiler, y para los honorarios de las modelos. Su estudio estaba infestado de pulgas, y había una ola de calor insoportable, pero ella igual siguió trabajando, con una producción de ochenta cuadros durante ese año. De todos modos volvió con Otto cuando fue a buscarla a París a fines de 1906. Hoetger, posiblemente incidió al convencerla de la difícil situación que transitaría al intentar garantizarse su propia subsistencia. 

Unos meses después quedó embarazada, y el 2 de noviembre de 1907, dio a luz a su hija Mathilda. Padeció un parto complicado y se le indicó guardar reposo en cama por unos días. El día que el médico le permitió levantarse, pidió un espejo, se trenzó el pelo, salió de la cama y cayó al suelo. Paula Modersohn-Becker murió por una embolia pulmonar el 20 de noviembre de 1907. Tenía tan solo 31 años. Una muerte innecesaria (como acostumbraban a morir muchas mujeres en aquella época) que Rilke recordó en Requiem para una amiga. La artista fue enterrada en el cementerio de Worpswede. 

 

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  Paula y su hija  Mathilda, “Till”

 

Arte y matriomonio

El término alemán Künstlerpaare, se refiere al concepto de pareja de artistas como una unión de almas con ideas afines que compartían esfuerzos creativos y tuvo su origen en el Romanticismo alemán. Era una gran preocupación la propia cosmovisión de las parejas, sus roles y participación en el matrimonio, así como en la creatividad artística. 

Según la historiadora de arte Erika Esau: “En cuanto a la vida artística, en la década de 1920 en Alemania, las mujeres jóvenes habían accedido a escuelas de arte establecidas donde conocieron a otros artistas, tanto hombres como mujeres, con quienes establecieron una solidaridad artística, política y sexual. Cómo conscientemente "modernas", ellas, como otras mujeres jóvenes, creían con entusiasmo en los principios defendidos por la Constitución de Weimar y se veían a sí mismas como participantes en esta comunidad recientemente ilustrada”. De todas formas, Esau también sugiere que este tipo de proclamación de igualdad de derechos entre géneros en las primeras décadas del siglo XX, en muchos casos seguía todavía distando bastante de la realidad: “Sus circunstancias plantean la cuestión de si la situación social y sexual en la Alemania de la década de 1920 representó un cambio sustancial de los patrones pasados, o fue simplemente un argumento intelectual que no se realizó en la vida real”. 

En la obra Nosotros tres (en alemán Wir Drei ), de Philipp Otto Runge, se puede vislumbrar ese espíritu que se había sembrado durante el romanticismo, en cuanto al entendimiento entre la pareja, de almas de ideas afines, en el trabajo y en la creatividad en conjunto. De todos modos aún la mujer más independiente a principios del siglo XIX seguía estando condicionada por el matrimonio. Una  famosa frase de Guillermo II alude a que las mujeres debían estar reducidas a las “3 K”, Kirche, Kinder, Küche (iglesia, niños y cocina). 

 

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Nosotros tres, 1805, Philipp Otto Runge. Muestra al pintor junto a su esposa Pauline y a su hermano Daniel.

 

Para Paula fue difícil conciliar las tareas de artista, ama de casa, y madre a la vez. Admiraba el trabajo de Otto y posiblemente parte de la atracción entre ambos habría surgido por una mutua necesidad. Otto necesitaba una madre para su hija y Paula habría encontrado contención en ese hombre once años mayor. En gran parte su matrimonio sirvió para ejercer sin preocupaciones económicas lo que ella anhelaba con el alma: pintar, ya que en vida sólo consiguió vender dos de sus obras a sus amigos Rilke y Vogeler. 

 

1841508890-d5c84382-2852-4693-88cd-6985b28ee605-GSKqnDTIoea.jpgOtto Modersohn y Paula Becker, 1901

 

La relación familiar, no obstante, tenía sus discrepancias. En su diario, Otto afirma que la vida conyugal se desarrollaba mejor de lo que pensaba. Pero Paula, en una carta que escribió en la navidad de 1902, deja entrever lo contrario. Ambos buscaban cosas diferentes , Otto anhelaba la tranquilidad de la comunidad de Worpswede y ella el contacto y las experiencias con el mundo exterior. “El matrimonio es una decepción”, narró en su diario: “En el matrimonio, el sentimiento de incomprensión se redobla. […] Escribo esto en mi diario de gastos, Domingo de Resurrección de 1902, sentada en mi cocina preparando un asado de ternera”. 

A conciencia intentó ser una buena madre para su hijastra. Existen una serie de retratos de la niña como Muchacha en un jardín al lado de una bola de cristal, que data de 1901. También realizó una serie de madres amamantando, y en una etapa posterior, retornó a la temática de las mujeres campesinas, en general, sin expresiones felices, más bien resignadas.

 

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Vieja mujer campesina (1905). P. M. B.

 

En sus diarios se destaca el amor por su esposo pero también la necesidad de consagrarse como artista, es por eso que deseó tanto como fuera posible retrasar su maternidad.  “El trabajo es mi felicidad”, le escribió a Otto, en una de sus cartas. En otra carta en mayo de 1906 a su hermana mayor, Milly Rohland-Becker, puso: "Me estoy convirtiendo en alguien; estoy viviendo el período más intensamente feliz de mi vida”.

 

Autorretrato en el sexto aniversario de bodas (1906)

En 1906, Paula Modersohn Becker fue la primera artista en autorretratarse desnuda y embarazada. Aunque es imposible de aseverar, el gesto de sus manos rodeando su vientre prominente hace presuponer su estado. Es una obra de tamaño natural en la que aparece la simplificación de un fondo radiante con apenas unas hojas por detrás. Los historiadores de arte siempre han quedado perplejos con esta pintura. ¿Significa que ella anhelaba un hijo? ¿O era así su figura? En una carta escrita a su esposo Otto, sostuvo: “Un niño ya no es posible…”, aunque luego de todos modos volvería con él y quedaría embarazada.

 

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Autorretrato en el sexto aniversario de bodas, 1906,

Oleo sobre cartón, 101.8 x 70.2 cm., Paula Modersohn-Becker Museum.

 

También llevó a cabo una serie de fotografías sin ropa, que posiblemente le haya sacado su hermana Herma, Rilke, o su mejor amiga; algo sin precedentes para artistas femeninas hasta ese momento.

 

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Fotografia de Paula Modersohn Becker, París, 1906.

 

En otra de sus obras, Madre e hijo reclinados (1905-1906), se puede ver la influencia de Gauguin y sus retratos de tahitianas, y esa especie de fijación con la maternidad. Emulando a los grandes maestros, es un desnudo deslumbrante, y el primero a cargo de una artista mujer en incluir vello púbico.


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 Madre e hijo reclinados, 1905-6, P. M. Becker.

 

Estos primeros autorretratos estuvieron inspirados en la simplicidad de los retratos de las momias del Fayum. En uno de los últimos, titulado Paula con una rama de camelias, existe, como también en otros, cierta similitud con las composiciones del artista prerrafaelita Dante Rossetti. En la imagen sostiene una rama de camelia, símbolo del ciclo eterno de florecimiento y marchitamiento, vida y muerte.  

 

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Paula con una rama de camelias, 1907. P. M. Becker.

 

Al principio Paula pintaba paisajes al modo de su marido, luego cambió y empezó a pintar campesinos gente de la comunidad, niños con actitudes y gestos serios de adultos, siempre con algo emblemático en las manos, como un gato, una flor. Como muchos otros artistas, se interesó en el arte primitivo y en las máscaras africanas, como lo estuvo Picasso. No sólo las conoció en los museos de París, sino también en el Museo Etnológico de Berlín. Otto no estaba de acuerdo con la dirección que había tomado el estilo pictórico de su esposa.  “Admira las imágenes primitivas, lo cual es muy malo para ella. Debería estar mirando pinturas artísticas, las mujeres no lograrán fácilmente nada adecuado", expresó. 

 

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Paula Modersohn-Becker, Autorretrato desnudo con collar de ámbar, 1906, óleo sobre cartón, 62,2 x 48,2 cm

(Museen Böttcherstraße, Museo Paula Modersohn-Becker, Bremen).

 

Paula Modersohn-Becker formó parte de un movimiento que predicaba el retorno a la naturaleza y a los valores simples de los campesinos. Sus numerosos retratos, los estudios del paisaje de páramos y abedules de Worpswede ya mostraban la inclinación por una estructura de imagen estrictamente reducida y alejada del realismo ilusionista. Su serie de autorretratos marcaría el comienzo de un siglo de expresión vanguardista para las mujeres, aunque en 1937, sus pinturas expresionistas fueron excluidas de los museos alemanes y catalogadas como "arte degenerado” por el nazismo. Luego de la Segunda Guerra, la publicación póstuma de sus cartas reivindicaron la trascendencia de su figura y su reconocimiento como artista, lo que derivó en la organización de múltiples exposiciones y un museo completamente dedicado a su obra.  

 

 

 

 

 

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