Ninfa acostada, de Pablo Curatella Manes

La escultura del artista platense de principios de siglo XX es un fiel ejemplo de la tendencia cubista de la época. La figura mitológica, que descansa en el barrio de Retiro, está por cumplir cien años.
Por Martín Sassone

 

Para la mitología griega, una ninfa era una divinidad menor, de la categoría de los démones, que eran seres semidivinos que animaban la naturaleza. Las ninfas representaban el aspecto femenino de la fecundidad. Eran juveniles, bellas y juguetonas. También eran mortales aunque vivían vidas prolongadas. Las ninfas se dividían en varias categorías: las náyades, que son las de las fuentes; las nereidas, del mar; las orestíades, de las montañas; las melíades, que habitaban en los fresnos; y las dríades o hamadríades, que custodiaban los árboles.

La imagen de las ninfas inspiró a cientos de artistas a lo largo de los siglos, sobre todo en el mundo occidental. Aquí en la ciudad de Buenos Aires, una de las obras más conocidas es la de Fuente Monumental Las Nereidas, de Lola Mora, pero también hay otras joyas escultóricas con menos prensa que vale la pena descubrir.

Una de ellas es Ninfa acostada (también llamada Ninfa recostada) del artista platense Pablo Curatella Manes. La obra de estilo cubista fue creada en 1924 en yeso y bronce y mide 1,70 de altura por 0,72 de ancho. A diferencia de otras estatuas de ninfas, Curatella Manes tomó un tema clásico pero le dio un tratamiento geométrico y moderno que despojaron a la obra de la figura humana naturalista. 

Ubicada en Plazoleta Isidoro Ruiz Moreno, en Cerrito y Posadas, en el barrio de Retiro, la figura femenina está recostada sobre unas ondas que crean ritmos dinámicos y alivianan el peso de la forma. Su brazo derecho sostiene su cabeza mientras que el izquierdo está sobre el contorno de su cuerpo.

Curatella Manes (La Plata, 1891 / Buenos Aires, 1962) fue uno de los iniciadores de la escultura moderna en Argentina. A diferencia de Alfredo Bigatti y Luis Falcini, que seguían una línea tradicional, él rechazó las convenciones académicas y el tratamiento clásico. Fue así como creó diversas obras en las que, de alguna manera, patentó una nueva concepción de la escultura influido por el cubismo y el futurismo. Participó de varias exposiciones a lo largo de su carrera artística, tanto en América como en Europa, entre ellas  la exposición de Arte Decorativo en París y las bienales de Venecia y San Pablo.

Otras de las obras más conocidas de Curatella Manes son Los acróbatas, ubicada en el hall de entrada del Teatro Municipal General San Martín; y El guitarrista y El Acordeonista que están en el Museo de Arte Latino Americano de Buenos Aires (MALBA). Estas esculturas, como Ninfa acostada, representan lo mejor de este artista que atravesó distintas etapas y supo alternar su profesión de diplomático con su pasión por el arte.

 

 

 

 

 

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