Reconstrucción del retrato de Pablo Míguez, es una destacada obra de arte flotante expuesta en las aguas del Río de la Plata, a metros del Parque de la Memoria, que se alza como un poderoso testimonio de resistencia en la lucha por los derechos humanos. Creada por la reconocida artista Claudia Fontes, esta escultura conmueve porque logró capturar la esencia de un personaje icónico víctima del terrorismo de Estado.
La figura de Míguez, quien fue secuestrado junto a su madre en 1977 por la dictadura cívico-militar cuando tenía quince años, trasciende los límites del arte para convertirse en un símbolo de la búsqueda de memoria, verdad y justicia.
La obra, fundida en acero inoxidable, con pulido a espejo, fue pensada específicamente para camuflarse con el entorno de su emplazamiento, el Río de la Plata, donde fueron arrojadas muchas de las víctimas de la dictadura. A su vez, propone, entre otras cosas, “una operación conceptual que articula la aparición y la desaparición”, según explicó Fontes en distintas entrevistas. La escultura está pensada para que ese material refleje con las aguas y por supuesto con los rayos del sol, generando un efecto visual, en que por momentos está y por momentos no.
Otro detalle interesante de la obra es que solo pueden verla de frente aquellos que navegan por el río, el resto, los visitantes del Parque de la Memoria, tienen una visual recortada de un joven que está de espaldas, con su brazo derecho por detrás sujetándose el codo izquierdo, en una pose contemplativa.
“Me gusta creer que la imagen definitiva, la que me interesa comunicar como objeto de memoria, está cargada de la motivación e intención del trabajo, es visualmente inaccesible y se crea en la mente del espectador, mediante la evocación de su rastro. Para mí, esta es la representación de la condición del desaparecido: está presente, pero se nos está vedado verlo. Un retrato es siempre una posible versión… tal vez ésta es la más real posible porque está construida en base a la memoria colectiva desde distintos ángulos”, definió la artista, quien en 1977 tenía la misma edad que Pablo.
Para el proyecto, enmarcado en el “Concurso internacional de Esculturas” en 1999, Fontes realizó un trabajo de investigación que incluyó entrevistas con familiares y sobrevivientes que compartieron el cautiverio en la ESMA con Pablo y consultas al Equipo Argentino de Antropología Forense.
La expresión facial y la postura de Pablo Miguez evocan un profundo sentido de introspección y resiliencia. Cada detalle cuidadosamente esculpido revela la dedicación de Fontes para lograr la esencia del sujeto y transmitir la importancia de recordar a aquellos que lucharon por los derechos humanos en el país. La obra invita al espectador a confrontar la historia y a no olvidar los años más oscuros de la Argentina.