Teatro Gran Rex, de Alberto Prebisch

Hito de la arquitectura moderna de Buenos Aires y referente indiscutido del circuito de espectáculos de la ciudad, su estilo racionalista destaca por su funcionalidad y ausencia de ornamentación.
Por Martín Sassone

 

Qué le prohíbe a mi ex / Ir a verme al Gran Rex / Cuando estoy de visita.

Joaquín Sabina

 

Inaugurado el 8 de julio de 1937, el Teatro Gran Rex es una de las joyas arquitectónicas más emblemáticas de la ciudad de Buenos Aires. Concebido como un espacio de vanguardia en el ámbito teatral, su construcción marcó un hito en la modernización del paisaje urbano porteño y en la introducción del estilo racionalista en las salas de espectáculos argentinas.

El Gran Rex fue diseñado por el arquitecto Alberto Prebisch, una de las figuras más destacadas del racionalismo en Argentina y responsable también del icónico Obelisco. La obra fue financiada por la empresa de los empresarios españoles Ricardo y Francisco López, quienes buscaban replicar en Buenos Aires el esplendor de los grandes cines estadounidenses de la época. Con una capacidad inicial de aproximadamente 3300 espectadores, el teatro fue pensado para convertirse en el más grande de América del Sur y uno de los más modernos del mundo en su momento.

Ubicado sobre la Avenida Corrientes, el Gran Rex es un exponente del racionalismo arquitectónico, caracterizado por líneas puras, funcionalidad y la ausencia de ornamentación innecesaria. Prebisch creó la sala con un concepto de amplitud y visibilidad óptima, eliminando columnas que pudieran obstruir la vista y empleando un sistema de iluminación indirecta que realza la sensación de profundidad y espacio. El hall de entrada, con su imponente marquesina de vidrio y acero, fue una innovación en la época, brindando una transición fluida entre la ciudad y el interior del teatro.

La construcción del Gran Rex implicó la utilización de tecnologías de vanguardia para su época. Se emplearon materiales como hormigón armado y acero estructural, lo que permitió una distribución más eficiente del espacio y una acústica excepcional. Asimismo, el diseño de la sala contempló una inclinación particular del piso para mejorar la visibilidad desde cualquier punto de la platea, una característica que lo diferenciaba de otros teatros de su tiempo.

El interior del teatro también refleja la influencia del funcionalismo europeo, con una decoración sobria pero elegante. La combinación de líneas geométricas simples, el uso de madera y los tonos neutros en paredes y butacas refuerzan la idea de que la estética del espacio debía estar al servicio de la experiencia del espectador y no competir con la propuesta artística que allí se desarrollara.

A lo largo de su historia, el Gran Rex fue testigo de innumerables espectáculos de gran envergadura, desde presentaciones de artistas nacionales e internacionales hasta estrenos de cine y eventos culturales de renombre. Por allí pasaron artistas como B.B. King, Bob Dylan, Lou Reed, Coldplay, Caetano Veloso, Duke Ellington, Dizzy Gillespie, Björk, Paco de Lucía, Charly García, Soda Stereo y Fito Páez, entre muchísimos más. 

El Gran Rex es un ícono de la arquitectura moderna de Buenos Aires y un referente en el circuito teatral y musical de la ciudad. Su diseño arquitectónico y su capacidad para albergar grandes producciones lo consolidan como uno de los espacios más prestigiosos de América Latina, un testimonio vivo de la genialidad de Prebisch y de la evolución del racionalismo en Argentina.

 

 

 

 

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