Enormes toboganes se enroscan entre sí y ocupan grandes espacios de museos, palacios y galerías. Serpientes plateadas que trasladan a todo aquel que se anime a deslizarse por ellos. Estos túneles son apenas algunas de las propuestas lúdicas con las que el artista belga Carsten Höller incita a la reflexión.
Gran parte de estar sumidos constantemente en un mundo digital empuja inconscientemente al espectador contemporáneo a verse atraído por aquellas cosas que despiertan experiencias. Pionero en este sentido, el arte de Höller estimula a su público, no solo a interactuar con sus desconcertantes piezas e instalaciones sino a decidir, a involucrarse, activar y sentir.
Ya sea al sumergirse en un gran tanque de agua salada a temperatura corporal para olvidarse de todo, como fue su propuesta con High Psycho Tank o pasar una noche en una institución cultural, durmiendo en su Elevator bed, una cama móvil que atraviesa sutilmente el espacio; este artista no olvida su faceta de científico —es doctor en agronomía especializado en la comunicación olfativa de insectos—, y se adentra en las profundidades de nuestros sentidos para provocar y examinar.
High Psycho Tank
Test Site se inauguró en el Tate Modern de Londres en 2006. Una serie de toboganes, siendo el más largo de 55,5 metros, coparon el hall del museo. Objetos que en principio se lucen en plazas, ferias o parques de atracciones, pero que Höller decide colocar en ambientes artísticos. Piezas funcionales que no dejan de impresionar: por su tamaño, su mensaje e invitación. Todo aquel que estuviese dispuesto podía deslizarse. En el caso del más pequeño, no hacía ni falta comprar el ticket. Con este mero gesto, el artista se disponía a cambiar la dinámica museológica imperante en ese establecimiento. Con esta propuesta, lo que iba a ser la obra que coronaba la despedida del recorrido, se convirtió en la atracción inicial.
Test Site
“Un tobogán es una escultura por la que se puede viajar por dentro. Sin embargo sería un error pensar que para poder terminar de comprenderla o apreciarla sí o sí uno debe deslizarse por ella”, explicó el autor en una entrevista. Con sus obras, Höller rompe la instancia espectador-artista. El público se convierte en performer, el único capaz de activarlas. Ya sea a la distancia, abordándola desde un lugar meramente contemplativo o una perspectiva puramente estética, o desde la elección de participar y ser parte de la propuesta.
¿Cuál es el objetivo detrás de estas piezas? “Atravesar un estado emocional único, entre el placer y la locura”, confesó Höller en la inauguración de su muestra en Londres. Estos ensayos, pruebas, experimentos creados le permiten dar lugar a diferentes vivencias evocando el gozo, el vértigo y/o el miedo.
Sus toboganes han conquistado diferentes instituciones como la ArcelorMittal Orbit, la cual se vio envuelta por el túnel más alto del mundo (de 76 metros) el cual construyó junto con el artista Anish Kapoor; o la Torre de Luma Arles en Francia; el Aventura Mall en Miami; o el Palacio Strozzi en Italia con The Flower Experiment (realizado junto con el neurobiólogo Stefano Mancuso), en donde el público podía deslizarse cargando una planta, para luego investigar cómo estas se veían afectadas por las emociones humanas al atravesar esa experiencia.
ArcelorMittal Orbit
A Carsten Höller le interesa desafiar conceptos con su trabajo. Escapar de lógicas preestablecidas y presentar modelos nuevos, formas diferentes de hacer las cosas. Con su producción juega con las emociones y coloca al espectador en situaciones inesperadas obligándolo a cuestionar cómo percibe el mundo.
