“Paint with Alex” es el nombre de la tienda digital en la que Alex Schaefer (Los Angeles, 1969) ofrece originales y copias de sus pinturas linkeadas al shop virtual de la galería Saatchi, antes vitrina de los YBA (Young British Artists) hoy reconvertida en un bazar mucho menos influyente que apunta al consumo de arte en modo IKEA, fuera de los parámetros desorbitados establecidos por las grandes casas de subastas. Este modo didáctico (estilo Art Attack) puede pensarse como una ironía sobre la deriva de Saatchi como spotlight del arte contemporáneo (de la clase de arte contemporáneo que culmina con la banana millonaria de Maurizio Cattelan) o de un modo perverso si el nombre Alex se linkea con el protagonista de la versión cinematográfica de A Clockwork Orange (Stanley Kubrick, 1972).
Todo converge en el punto en el que la serie más vendida de Schaefer se llama Banks in flames, pinturas con sucursales de casas bancarias globales ardiendo en cúmulos de materia y color. Es ahí donde lo de “Paint with Alex” provoca una ligera sonrisa sardónica. ¿Son estos los paisajes del Armagedón financiero por venir?
No, tanto. Alex juega con fuego, es cierto, pero acaso solo esté aplicando este estilo para mostrarnos un detalle ampliado de los fusilamientos de Goya. El chispazo del fusil que enciende la pradera de estos lienzos, donde los bancos ocupan el lugar de los templos religiosos quemados en los fuegos de octubre. Ya no representar aquella imagen popular de la plebe capitalista de robar un banco como sinónimo de hacer fortuna sino directamente quemarlos. Quemar la plata. Eso es lo que enseña Alex a pintar en su art attack apto para el petit coleccionista de la Saatchi a escala humana.
Para esta serie, Schaefer se ha comportado como un antiguo impresionista, solo que intercambió verdes prados por estructuras de vidrio y cemento, con preferencia etiquetadas como Chase Bank, Bank of America o Wells Fargo. Así, Schaefer se ha instalado muchas veces frente a las sucursales para imaginarlas prendidas fuego. Non stop oil en oposición a ese vandalismo inocuo (las acciones de Stop Oil) que busca denunciar la destrucción ambiental atacando a los maestros del arte clásico (¿Por qué no atacar las oficinas de Shell?).
En este punto Schaefer se vuelve inclasificable, algo así como un impresionista activista performático. Solo le faltaría encender el propio fuego que después pinta pero eso lo pondría definitivamente fuera del arte y detrás de las rejas. Un lugar que Alex conoció al menos por 12 horas cuando la policía de Los Ángeles lo arrestó en 2011 por dibujar con tiza la vereda de una sucursal del Chase. Un cargo menor de vandalismo seguido de varias sesiones de interrogatorio por esta quema serial de bancos que podrían convertirlo en el Unabomber de la pintura. O, seguro, uno de los artistas más entrevistados por la policía, ahí en el top 5 con Ai Wei Wei y las Pussy Riot.