Escondido en el Valle di Sella, al sureste de la provincia de Trentino, en el norte de Italia, se encuentra el museo al aire libre Arte Sella, un paseo artístico en plena montaña al que llegan desde hace más de treinta años turistas de todo el mundo para contemplar el diálogo permanente entre el arte contemporáneo y la naturaleza.
El extenso recorrido dura aproximadamente dos horas, tiempo suficiente para ser testigo de este verdadero experimento artístico que decidieron llevar a cabo un grupo de amigos de la localidad de Borgo Valsugana en 1986, basándose en cuatro preceptos clave que siguen siendo la base de su proyecto:
-El artista no es el protagonista absoluto de la obra de arte pero acepta que es natural completar el propio trabajo.
-La naturaleza debe ser defendida como un cofre del tesoro de la memoria.
-La naturaleza ya no solo está protegida, sino que también se interpreta en su ausencia: por lo tanto, cambia la relación con la ecología.
-Las obras se colocan en un aquí y ahora y se construyen favoreciendo los materiales naturales. Dejan el paisaje y luego regresan a la naturaleza.
La aventura comienza en el jardín de Villa Strobele, el lugar donde nació Arte Sella y alberga obras de arquitectos de renombre internacional como el italiano Ettore Sottsass y su Fontanella Sottsass (2019), el japonés Atsushi Kitagawara con su laberíntica Forest Byoubu (2017), el británico Ian Ritchie con su imponente Levitas-La tercera montaña (2019), o el suizo Urs-Peter Twellmann con su Open Tilia (2016), entre otras obras.
Luego hay que atravesar el sendero Montura, que conecta el jardín de Villa Strobele con el área de Malga Costa, un trayecto de cuatro kilómetros pensado para caminar entre árboles y plantas, y dejarse sorprender en el camino por los lobos, jabalíes y ciervos de la escultora británica Sally Matthews, una apasionada artista que dedicó toda su obra a los animales.
Finalmente se llega al área de Malga Costa, un gran parque donde los visitantes pueden contemplar las obras monumentales de Arte Sella, como la impresionante Cattedrale Vegetale de Giuliano Mauri, una catedral gótica hecha de madera y vegetación que se fundó en 2001 y es una de las principales atracciones del museo.
También está Il cubo de Rainer Gross, donde funciona el Teatro de Arte Sella, un claro en medio del bosque ideal para conciertos y eventos que en épocas de la Segunda Guerra Mundial fue escenario de sangrientas batallas; o el Trabucco di montagna de Arne Quinze, una obra que imagina las clásicas construcciones pesqueras de la costa este italiana pero en medio de la montaña.
Recorrer cada rincón del museo Arte Sella y admirar sus obras en su contexto es convertirse en testigo de una conversación histórica. Es, también, experimentar la definición misma del arte: la mano del hombre que recrea, interviene y le da forma a la realidad valiéndose de todo lo que lo rodea. Pero el límite es difuso, no se sabe cuándo empieza la obra y cuándo fue la naturaleza la que se abrió paso para entregar una versión nueva, única e irrepetible. Descubrirlo es la tarea.