Moco Museum (Holanda): una casa antigua con sótano inmersivo

Dedicado a figuras pop del arte moderno y nuevas estrellas contemporáneas, el subsuelo cuenta con una muestra digital que homenajea la capacidad de conectar y el entendimiento compartido. 
Por Nicole Giser

 

El subsuelo de la casa de Ámsterdam tiene distintas puertas. Es un laberinto oscuro en el cual, de algún modo, diversas emociones y sentidos se materializan en una luz de neón que dilata las pupilas del visitante en su cambio de color constante. Lo sumerge a este, así, en una especie de lucidez, lo despabila.

Cada una de las salas, que el pasillo entrecruza, envuelve al espectador en una diferente experiencia inmersiva de formas, colores, espejos y preguntas. Atmósferas fosforescentes y reflexivas que realizó el Studio Irma (Irma de Vries), una artista holandesa creadora de exposiciones, espacios y obras de arte digital inmersivo. 

Las instalaciones son actualmente una muestra permanente dentro del Museo Moco de Ámsterdam, un espacio fundado en 2016 con el objetivo de sembrar reflexiones acerca de la sociedad moderna a partir de la obra de artistas internacionales modernos, contemporáneos (por eso Mo-Co) y callejeros de renombre, a la vez que a nuevas estrellas emergentes. Además de esta ciudad, Moco tiene sedes en Londres y Barcelona, que llegaron después del rotundo éxito del primer emprendimiento. Su colección cuenta con, nada menos que, trabajos de Andy Warhol, Yayoi Kusama, Keith Haring, Jean-Michel Basquiat, Jeff Koons, Damien Hirst, Tracey Emin, Banksy, Icy & Sot, KAWS, THE KID y otros. 

 

Tour virtual por Moco Museum

 

En la ciudad holandesa el museo se encuentra en el corazón de la Plaza de los Museos, rodeado de verde, músicos y artistas urbanos que acompañan la entrada y salida de los visitantes al espacio, y bares al aire libre en los cuales se puede disfrutar de propuestas gastronómicas diversas. El edificio del museo fue diseñado en 1904 por Eduard Cuypers, mismo arquitecto holandés que diseñó la Estación Central de Ámsterdam y el prestigioso Rijksmuseum. Tiene el carácter de casa, lo cual cumple con su propósito de “ser accesible y acoger a todos”, según describen las autoridades.

 

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Moco Museum, Amsterdam.

 

En Cuarto caleidoscópico, burbujas fractales de todos los tamaños se proyectan en las paredes, bailan, cambian de color, rebotan entre sí y también, de alguna forma, con los visitantes a través de los espejos. A veces se pegotean y agrupan, se vuelven miles, chiquitas, todas juntas, atraídas entre sí quizás por ser del mismo color. Generando dibujos que se parecen a los que se ven por los caleidoscopios. “Cada burbuja es un universo único de información formado por gustos específicos e ideas compartidas. Rodeándote de lo que conoces, creando patrones y rutinas, vivís en una zona de confort. Pero para conectar, ¿deberíamos bailar de burbuja en burbuja?”, se cuestiona Studio Irma en el texto de sala. Camufladas con las proyecciones, las personas se sientan y observan en los espejos que tienen enfrente, a los costados y arriba. Se quedan por un rato como procesando la metamorfósis de las formas, su curso y evolución. 

 

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Kaleidoscope Room

 

La idea de utilizar las burbujas como excusa para reflexionar acerca de las sociedades, sus tamaños y límites, continúa en la sala siguiente de luz verde eléctrica donde los globos ya no están proyectados ni se mueven; sino que son sólidos, estáticos, bien redondos y transparentes y forman una escultura en el centro del espacio. “Cuando pensas en esconderte, es hora de aparecer”, dice el texto que acompaña esta instalación titulada Todos vivimos en burbujas. Lo que si se mueve ahí son las luces, a la velocidad de unos reflectores inquietos y nómades en materia de dirección. A diferencia del espacio anterior, si uno se mira en el espejo en este, verá cómo la luz traza en su rostro un recorrido acuático, trenzas de círculos que se transforman al ritmo de esos rayos zigzagueantes atravesados y manipulados por los globos del centro, hasta tal punto que, para cuando se los quiere entender, ya no están. 

 

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We all live in bubbles

 

En la sala de en frente, el infinito se manifiesta en cientos de diamantes, chicos y grandes, que cuelgan del techo y cambian de color en degredés hipnóticos. Los espejos hacen que se reproduzcan en un número incontable. Este universo de brillos se llama Matrix de diamantes, y gracias a la disposición de esos objetos suspendidos, provoca que se pierda la noción del tiempo y las distancias; la percepción de qué es lo que está atrás o adelante de uno, algo así como al pasado del presente. 

“Si los diamantes, hechos de carbón, pasan por un estrés increíble para convertirse en brillantes joyas, y además en uno de los materiales más fuertes en la tierra, también podemos hacerlo nosotros. Esta instalación de millones de diamantes iluminados expresa que participamos de un panorama más amplio, de una imagen más grande, compartiendo más similitudes que diferencias. La vida es desordenada y difícil, pero nos vuelve más fuertes”, subraya la artista. “Cuando nos dejamos guiar por la compasión y la empatía, llegamos a un mañana más brillante”, manifiesta.

 

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Diamond Matrix 

 

Una exposición magnética, llamativa, fotogénica y original, que el museo ofrece como una convocatoria a visitantes de todo el mundo a viajar al centro de un cosmos oscuro pero a la vez luminoso y lleno de color. Una invitación a dejarse afectar por el espacio, por lo que está alrededor, e incluso tomar distancia de uno mismo para volver a mirarse y repensarse. Una oda a la sensibilidad, al movimiento, a la transformación y al valor de compartir; como plegarias por un futuro más radiante.

 

 

 

 

 

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