La creciente tecnificación y digitalización de las tareas productivas ha ido invadiendo cada vez más aspectos de la vida cotidiana y el trabajo. La novedad tecnológica más reciente ha sido la Inteligencia Artificial (IA), una herramienta que ha llevado la capacidad de procesamiento de la información a un nuevo paradigma. La producción cultural, atada a las mismas reglas que las demás industrias, no ha quedado exenta de esta situación, y son cada vez más los artistas que empiezan a indagar en los usos posibles de la IA en el arte.
Si bien la complejidad alcanzada por los algoritmos de inteligencia artificial con capacidad de aprendizaje ha alcanzado niveles sin precedentes (como Dall-e, por nombrar al más conocido) los primeros mecanismos de arte creado con IA se remontan a finales de la década del sesenta. Particularmente, en esos años surgió AARON, conocido como “el robot pintor”, un sistema robótico que tenía la capacidad de reproducir y crear obras pictóricas a partir de la producción automática, mediante un algoritmo de interpretación. Sin la complejidad que tienen los procesadores de datos de hoy día, AARON ya planteaba premisas fundamentales que se mantienen vigentes en la actualidad; esto es, el almacenamiento continuo de información y el aprendizaje acumulativo que tiende a la optimización constante del resultado.
En mayo del año pasado, una obra vino a profundizar las investigaciones que se venían desarrollando en este sentido, desde hace más de 50 años. The Eye of Mexico, la primera escultura en utilizar data e inteligencia artificial en América Latina, es una obra monumental ubicada en el Neuchâtel Cuadrante Polanco, un desarrollo inmobiliario de la Ciudad de México que combina viviendas con áreas comerciales y espacios verdes. La idea detrás de este emprendimiento es restaurar el sentido de pertenencia de los habitantes a través de un urbanismo integrado, conectado y transitable, según explican sus promotores.
La estructura de The Eye of Mexico es relativamente sencilla. Consiste en una base circular sobre la que se asienta un aro metálico de diez metros de altura y tres metros de ancho. Pensado para expresar la relación existente entre el arte, la ciencia y la tecnología con la ciudad, el anillo plateado está cubierto en su parte interna por múltiples pantallas de LED que proyectan videos. Estos consisten en imágenes generadas por un software, a partir de la recolección de datos ambientales: aire, ruido, densidad de automóviles y de población, semáforos, emisiones de carbono y otras variables tomadas en diferentes periodos de tiempo de la Ciudad de México.
El proyecto surgió a partir de una convocatoria conjunta de la compañía de bienes raíces MIRA y la agencia global de consultoría creativa, MASSIVart. En 2020 llamaron a un concurso en el que se presentaron cerca de 350 proyectos y del cual Ouchhh, un estudio turco de arte, ciencia y tecnología, resultó ganador. Así surgió The Eye of Mexico, de la mano de su ideólogo, Ferdi Alici. La obra representa “un portal que nos dirige hacia el futuro de la movilidad”, según expresó Philippe Demers, fundador y Director Creativo de MASSIVart.
El estudio Ouchhh trabaja con formas novedosas de arte, como la pintura y la escultura de datos, las instalaciones inmersivas y el arte público. La idea es combinar, en cada uno de sus trabajos, las disciplinas artísticas con innovaciones provenientes de la ciencia y la tecnología. Así, desde un enfoque multidisciplinario, buscan dar vida a obras futuristas que indaguen en los vínculos entre la arquitectura, las artes de los nuevos medios y la inteligencia artificial.
