Artistas Bauhaus: Lou Scheper Berkenkamp

Creadora multifacética, a través de sus obras reveló mundos de ensueño con un lenguaje caligráfico personal que se diferenció de toda la estética predominante dentro de la Bauhaus.
Por Martina Granados Beacon

 

Hermine Louise Berkenkamp, más conocida como Lou, nació el 15 de mayo de 1901 en la ciudad de Wesel, Alemania. En 1920, tras finalizar de manera sobresaliente el Abitur (escuela secundaria) en la prestigiosa Viktoria-Schule, aplicó a la flamante Escuela de la Bauhaus. El directorio, conformado por los docentes de la escuela, decidió admitirla de manera provisoria, ya que, a pesar de su poca experiencia, observaron un gran talento en los dibujos de la joven Lou.

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Lou Scheper Berkenkamp (1927).

 

Las mujeres de la Bauhaus

A principios del siglo XX, las oportunidades de formación artística para las mujeres en Alemania eran limitadas. Pocas Academias de Bellas Artes las admitían, y la mayoría sólo podía acceder a este tipo de enseñanza a través de costosas clases particulares. Las escuelas de Artes y Oficios, en cambio, ofrecían una mayor aceptación, ya que brindaban una instrucción orientada al desarrollo de habilidades para la producción.

Desde su apertura en 1919, la Bauhaus contó en su primer semestre con más estudiantes mujeres que hombres, y es fundamental señalar que gran parte del potencial innovador de la escuela se debe a ellas. La mayoría de las que iniciaron sus estudios en la Bauhaus estaban formadas en pedagogía o en artes y oficios, y se vieron atraídas por la visión innovadora de la escuela. Existen numerosos testimonios de artistas y docentes preocupados por el cupo femenino que inicialmente se inscribió; muchos temían que esto pusiera en peligro su rol como directores de los talleres y que fueran reemplazados por mujeres más habilidosas. Como la reconocida Anni Albers, muchas mujeres optaron por el taller de tejido, tradicionalmente asociado con las labores femeninas, debido a la actitud de algunos varones de la institución. Pero este no fue el caso de Lou Berkenkamp, quien se animó a incursionar en los espacios reservados para los hombres.

 

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Cuatro mujeres de la Bauhaus en el taller de tejido.

 

Primeros pasos: la pintura mural

En sus años como estudiante de la Bauhaus, Lou buscó tomar clases en aquellos talleres donde pudiera desarrollar sus conocimientos sobre pintura. Su deseo era ser una artista libre, que pudiera expresarse tanto en el campo de las artes aplicadas a la producción y la industria como en las que no tuvieran un fin utilitario. En sus inicios, sin embargo, la escuela no ofrecía talleres de pintura libre, por lo que, después de completar los cursos introductorios de Paul Klee y Kandinsky, eligió inscribirse en el taller de pintura mural. Allí conoció a su compañero de vida, Hinnerk Scheper, un joven artista que, en pocos años, logró un desarrollo innovador del diseño de los ambientes interiores a través del color. En 1925, Hinnerk asumió la dirección del taller y desarrolló ideas clave para la evolución del estilo Bauhaus, donde la pintura mural se subordina a la arquitectura, realzando sus elementos mediante el color y buscando un mayor efecto espacial.

 

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Arquitectura y color, ilustraciones de un texto elaborado por Hinnerk y Lou Scheper.

 

La vida en familia

Lou y Hinnerk se casaron, tuvieron tres hijos y siguieron juntos cada período de la Bauhaus. Fueron estudiantes durante la etapa en Weimar, luego se trasladaron a Dessau, donde residieron en una de las casas diseñadas para las familias de los profesores, conocidas como "Meisterhaus", y permanecieron involucrados con el proyecto de la escuela hasta su trágico cierre en Berlín en 1933. 

 

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“Meisterhaus” - Casa de los maestros. Arriba: Lou Scheper y Oskar Schlemmer, 

en el medio: Georg Muche y Lucia Moholy, abajo: Hinnerk Scheper con su hija Britta, Natalie Meyer-Heckert y sus dos hijas Claudia y Lydia. 

 

En esos años, Lou desempeñó su rol como 'esposa de maestro' y trabajó junto a Oskar Schlemmer en la producción de los trajes para las famosas danzas y obras triádicas que se realizaban en el taller de artes escénicas. Asimismo, continuó explorando su propia práctica como artista plástica y sembró la semilla para la creación de un estilo muy personal e imaginativo. Realizó sus primeros bocetos para cuentos infantiles que les leía a sus hijos y creó una gran cantidad de 'cartas-imágenes' que enviaba a sus seres queridos para compartir sus ideas y vivencias. En dichas composiciones, escritas y dibujadas, propuso una igualdad entre la entidad figurativa de la imagen y la de la palabra, desdibujando la frontera entre la denominación y la representación. Son obras en las que la caligrafía y la imagen se entrelazan, generando un todo integrado.

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Carta - imagen para su amiga  Marie-Luise Betlheim.

 

Phantastiken: el sueño de crear ilustraciones infantiles

Tras el cierre de la Bauhaus y durante la Segunda Guerra Mundial, la familia Scheper Berkenkamp se retiró de la escena artística debido a la hostilidad del nazismo frente a cualquier expresión de arte de vanguardia. Solo después de terminar la guerra pudieron reanudar sus profesiones. En 1945, Hinnerk Scheper consiguió un puesto importante en Berlín como conservador de patrimonio y urbanismo. Lou también logró regresar a la escena creativa y desempolvar sus cuentos ilustrados. La Editorial Ernst Wunderlich, en Leipzig, Alemania, le ofreció publicar cuatro de sus cuentos infantiles: Knirps, una cosita chiquitita, Lenchen - la muñeca, La historia de Jan y Jon y su pez piloto y Tachito, botoncito y otros

 

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Página ilustrada del libro infantil: Tachito, botoncito y otros, Leipzig, 1948. 

 

En este último cuento nos encontramos con tres personajes principales que son objetos animados diseñados a partir de las tres formas básicas del arte: el cubo, la pirámide y la esfera, una receta icónica de la Bauhaus. Sus ilustraciones no tuvieron una recepción favorable, ya que el público alemán de la posguerra exigía un marco más tradicional para los cuentos e ilustraciones infantiles, y el consejo de maestros y educadores de Berlín rechazó las ilustraciones de Lou por ser “demasiado innovadoras y grotescas”. Esta falta de comprensión lastimó a la artista y la alejó de su sueño de trabajar en el desarrollo de un arte para la infancia. De esta manera, lamentablemente, muchas de sus Phantastiken, como ella llamaba a los mundos y viajes imaginarios que inventaba, se vieron inacabadas y guardadas nuevamente en el cajón. 

 

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Cuento ilustrado de La historia de Jan y Jon y su pez piloto, publicado en Leipzig en 1948.

 

El regreso a la pintura mural

Tras la inesperada muerte de Hinnerk Scheper en 1957, Lou decidió retomar aquellos primeros pasos que dio junto a su esposo en la escuela de la Bauhaus y volvió a la pintura mural. Se involucró con la problemática del color en la arquitectura, escribió artículos sobre el tema y participó en varios proyectos importantes de restauración y construcción. Desde 1959 hasta su muerte en 1976, Lou se dedicó con pasión y gran habilidad a proyectos de pintura mural en diferentes instituciones: un jardín de infantes, una escuela, el aeropuerto de Tegel en Berlín y un edificio en Gropiusstadt. En 1962, integró el equipo del arquitecto alemán Hans Scharoun durante el diseño de la Filarmónica de Berlín, donde fue responsable de la composición de color para los interiores. Trabajó hasta el final de su vida en el proyecto de la Biblioteca Estatal de Berlín, encarnando en sus diseños aquellos conceptos clave de la arquitectura y el color de la Bauhaus.

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Filarmónica de Berlín, diseño de color a cargo de Lou Scheper Berkenkamp.

 

Lou y Hinnerk Scheper fueron dos representantes de la reconstrucción arquitectónica de Berlín tras los destrozos de la guerra e impulsaron, a través de su trabajo, el desarrollo y la realización de la utopía arquitectónica de la Bauhaus. Así lo recuerda Berkenkamp durante una entrevista en 1971: “Hay poco en la arquitectura y en el arte de nuestro tiempo que no se haya pensado, formulado o sospechado ya en los años de la Bauhaus”.

 

Una posición personal

Lou Scheper fue una artista multifacética que discutió el concepto de unidad entre arte y técnica promovido por Walter Gropius. El recorrido por su biografía nos permite develar aspectos que los historiadores del arte a veces dejan de lado, como por ejemplo el rol de las mujeres en la Bauhaus y las distintas búsquedas que se dieron en esta institución que complejizan la narrativa sobre la icónica escuela. La artista expresó su postura a través de las “cartas-dibujos” en las que la sátira, los juegos de palabras y las caricaturas plantearon una mirada sutilmente crítica respecto a la “nueva línea” de la Bauhaus que buscaba una sistematización y transformación de muchas obras en productos para el consumo. Sin embargo, también valoró el desarrollo de los talleres más funcionales a la técnica como el propio taller de pintura mural que lideraba su marido, Hinnerk Scheper, y cuyas ideas hizo propias tras su muerte al crear diseños de color en varios edificios. La historia de Lou es atrapante porque nos conecta con una persona fiel a sus ideas, que se dedicó al desarrollo de un proyecto personal e individual diferenciándose en algunos momentos de la estética predominante de la Bauhaus.

 

 

 

 

 

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