La fuente de Neptuno

La mítica figura del dios griego del mar forma parte de un grupo escultórico de origen francés, que fue desmembrado y diseminado en distintos puntos de la ciudad de Buenos Aires.
Por Martín Sassone

 

En la mitología romana, Neptuno era el dios del agua y el mar, el equivalente al dios griego Poseidón. Neptuno llevaba a cabo su tarea cabalgando sobre las olas y sus atributos principales eran el tridente y el carro. Todos los habitantes de las aguas tenían la obligación de obedecer sus órdenes y cumplir sus deseos. Tal vez por eso es que su figura sea la más reproducida en fuentes del mundo occidental. En la Ciudad de Buenos Aires, como no podía ser de otra manera, Neptuno tiene más de una escultura.

En los Bosques de Palermo, de espaldas a las vías del Ferrocarril Mitre y mirando a la Avenida Figueroa Alcorta, sobre la plaza República de Serbia, se erige el Neptuno anciano en la valva marina. La obra era parte de un complejo escultórico que había sido encargado por la Argentina a los talleres franceses Du Val D’Osne en 1870. Las dos fuentes de la obra original se ubicaban en la Plaza de Mayo y estaban compuestas por dos Neptunos, uno anciano y otro joven, y dos Náyades, las ninfas de los cuerpos de agua dulce. Las partes superiores de estas obras fueron posteriormente trasladadas a la Avenida 9 de Julio en el cruce con Córdoba, mientras que la parte restante se montó en una hermosa fuente del Parque Lezama.

De acuerdo con un texto de Miguel Ruffo publicado en el blog Buenos-Ayres, “a mediados del siglo XIX nuestra naciente economía no podía permitirse el lujo de comprar mármoles o bronces originales por lo elevado de sus precios. Por lo tanto, se recurrió a los servicios de una importante fundición francesa, Du Val D’Osne, que ofrecía a buenos precios en fuentes realizadas en hierro fundido patinado, compuestas por figuras alegóricas y variados elementos decorativos”. Val d´Osne fue una de las responsables de proveer a la Ciudad de Buenos Aires de un patrimonio escultórico urbano muy rico compuesto por monumentos, esculturas, mástiles, ánforas y copones. 

En 1830, el ingeniero Jean-Pierre Victor André proyectó la creación de una empresa de fundición de hierro orientada a la producción en serie de piezas artísticas y decorativas. Cinco años después adquirió, en la región de Champagne-Ardenne, París, un ex convento de monjas benedictinas con un galpón y un horno para fundición, y las primeras obras vieron la luz en 1936. Hacia 1840 ya tenía más de 200 empleados y se convirtió en la fundidora artística más importante del mundo. Argentina no fue el único país sudamericano que recibió sus obras: también las hay en Brasil, Chile y Uruguay.

El Neptuno de la plaza República de Serbia se resguarda de la intemperie en la valva marina con un pequeño asistente que descansa sobre su regazo. Aunque está sometido al paso del tiempo y a cierto descuido, se mantiene indemne a la vista de miles de personas que pasan por delante suyo trotando, corriendo o en bicicleta sin detenerse un segundo a contemplar semejante deidad con detenimiento.

 

 

 

 

 

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