De acuerdo a un resumen de IA para Google, Odradek es el nombre de una criatura imaginaria nombrada por Franz Kafka en el relato Las preocupaciones de un padre de familia publicado por primera vez en 1919. La criatura es descripta por el autor checo más o menos así: un carrete de hilo plano con forma de estrella. Una pintura de dimensiones murales (casi cinco metros cuadrados de superficie) que lleva ese mismo nombre forma parte de la colección del Guggenheim de New York. Está fechada en 1959 (a cuatro décadas de la publicación de aquel extraño cuento) y es el único testimonio público de la obra de Carmen Louis Cicero (Newark, 1926). Como queda expuesto en el paréntesis con la síntesis biográfica, Cicero vive y debe estar entre los artistas más longevos del planeta. El asunto es que aquel artista rescatado de forma oportuna por el museo dejó de existir en 1971 cuando casi toda su producción se prendió fuego y tuvo que renacer (Cicero tiene ahora entonces unos 53 años) de las cenizas, metáforas afuera.
Odradek, 1959. Óleo sobre tela, 203 x 254 cm. Guggenheim Museum, Nueva York.
Odradek, la pintura, formó parte de la muestra con la que el edificio proyectado por Frank Lloyd Wright, acaso pionero en el tipo de arquitecto / diseñador del museo como obra que contiene a todas las demás, abrió sus puertas en 1959. De aquel Carmen Cicero quedó entonces testimonio de su viaje por los senderos del automatismo surrealista customizado por las salpicaduras contagiosas del expresionismo abstracto. Y que criatura extraña es Odradek, la pintura, al punto de parecer un boceto de los futuros envoltorios de Christo en el amanecer del neo dadá de los 60. ¿Y si Christo se hizo CHRISTO después de ver Odradek? Un carrete de hilo plano con forma de estrella…¿Este nudo rizomático es lo que Kafka visualizó en su mente al momento de pensarlo y ponerle nombre a la cosa?
Del Cicero que tuvo su primer solo show en 1957 en la galería Peridot (donde antes habían debutado Louise Bourgeois y Philip Guston) solo tenemos esta imagen inescrutable excepto por su filiación literaria. Un pintor kafkiano, se diría, que buscaba darle a la abstracción otro pulso: recuperar la memoria surrealista para atrapar en este laberinto los estallidos del Rock & Poll(ock).
Farewell, Abstract Expressionism, 1961. Tinta sobre papel, 57× 72 cm. Whitney Museum of American Art, Nueva York.
1971 es ya tiempo de arte contemporáneo para un pintor que empezó a circular en los años 40 en medio del torbellino de una ineluctable modernidad. Se convirtió a la figuración, cuentan, como quien cambia de fe después de un acontecimiento dramático. Se autopercibió como un “figurativo abstracto” y se dedicó a enseñar pintura en la Universidad de Montclair, New Jersey, hasta 2001. Cicero era entonces un joven pintor de cuarenta años o acaso ya una leyenda de la escuela de New York de 75. Según se cuente antes o después del voraz incendio que acabó con su estudio (y todo lo que había en él) en Englewood. Pero de estas sutilezas no se ocupa la IA de Google que tampoco repara en otra posibilidad para “Odradek” que su aparición en un libro de Kafka. Sororidad entre máquinas: después de todo, “Robot” es también una palabra original del incomprensible idioma checo.