McClelland Gallery & Sculpture Park es uno de los tesoros culturales de Australia, un destino esencial para amantes del arte, la escultura y la naturaleza. Con una historia rica y una colección impresionante, ofrece a los visitantes una experiencia única que combina el arte contemporáneo con un paisaje de ensueño. Ubicado en Langwarrin, Victoria, pocos kilómetros al sur de Melbourne, el parque fue inaugurado en 1971 y lleva el nombre de Anne McClelland, una destacada figura de la comunidad local que donó el terreno y fue una apasionada defensora de las artes. El lugar comenzó como una galería de arte, pero a lo largo de los años se amplió a una institución que alberga tanto obras contemporáneas como esculturas al aire libre en un entorno natural imponente.
En la galería sobresale una colección de arte contemporáneo australiano, donde se destacan obras en tres dimensiones. Los visitantes pueden explorar una amplia gama de objetos y piezas de artistas locales de renombre, así como exposiciones temporales que destacan la diversidad y la innovación en el mundo del arte actual.
Una de las obras que se destacan, por el impacto que genera al observar es Wild Man (Hombre salvaje) de Ron Mueck. Se trata de una escultura hiperrealista que replica la figura humana con minucioso detalle, con una precisión inquietante diseñada para desafiar la percepción de la realidad del espectador. Fue creada en 2005 y se basa en la herencia alemana de Mueck, su conocimiento de la mitología medieval. Conocido como el woodwose en la tradición celta, es una figura de proporciones gigantescas típicamente representada con un garrote de madera y pelo en todo el cuerpo.
Wild Man, de Ron Mueck.
También genera gran impresión Hanging Man (Hombre colgando) de Sam Jinks, una figura cuya escala fue reducida a aproximadamente dos tercios del tamaño humano, lo que la hace profundamente comprensiva. Jinks apela a la fascinación colectiva por el cuerpo humano y la tradición histórico-artística de la escultura figurativa, al tiempo que atrae directamente al espectador a través de la vulnerabilidad y verosimilitud de su creación.
Hanging Man, de Sam Jinks.
Una de las atracciones más notables del McClelland Gallery & Sculpture Park es su extenso jardín de esculturas. El parque abarca 16 hectáreas de terreno natural, con senderos serpenteantes que conducen a una asombrosa colección de más de 100 obras de artistas australianos e internacionales. Las esculturas están cuidadosamente ubicadas en medio de la vegetación autóctona, creando un ambiente único y armonioso.
Allí, al aire libre, se suceden obras imponentes como Love Flower, de John Meade; Tarax play sculpture, de Peter Corlett; Tree of life, de Phil Price; Annulus, de Ken Unsworth; Rex Australis: The King is dead, long live the King, de Dean Colls y Torus – Hidden and revealed, de Adrian Page. Aunque una de las que más llama la atención es de las más nuevas, tal vez por su tamaño, su diseño o su brillantez. Se trata de Reflective Lullaby, de Gregor Kregar, un gnomo de jardín de acero inoxidable de casi 10 metros de altura con el que Kregar captura el espacio ambiguo entre lo ridículo y lo sublime.
Reflective Lullaby, de Gregor Kregar.
El McClelland Gallery & Sculpture Park también ofrece una variedad de programas educativos y eventos para involucrar a la comunidad y promover la apreciación del arte. Estos incluyen talleres, charlas de artistas, visitas guiadas y eventos especiales, que hacen que la galería sea un lugar dinámico y emocionante durante todo el año.
El parque también se dedica a la preservación y la sustentabilidad. Su ubicación en medio de la belleza natural de la península de Mornington refuerza su compromiso con la conservación del entorno. Es por eso que además de curadores de arte allí trabajan expertos en conservación para proteger la biodiversidad de la región y fomentar la conciencia ambiental.
McClelland Gallery & Sculpture Park es un destino obligado para los amantes del arte, la escultura y la naturaleza. Un sitio que pueden disfrutar por igual los amantes del arte y los turistas, que está a la altura de otros parques culturales y escultóricos como el Vigeland (Noruega), el Jardín del Tarot (Italia) o el Park Güell (Cataluña).