En 1988, el multimillonario Mitchell Rales decidió tomarse unas pequeñas vacaciones en Rusia, que por aquel entonces todavía era la Unión Soviética. La idea era pasar unos días disfrutando de la pesca de salmón, una actividad vacacional característica de esas tierras. Durante el trayecto en helicóptero, la comitiva del empresario debió hacer una parada técnica para cargar combustible. Fue durante ese pequeño parate que un avión se estrelló apenas a tres metros de donde se encontraba el grupo de Rales, que sobrevivió de milagro al accidente. Tiempo después, el empresario expresaría que esa experiencia cercana a la muerte lo marcó profundamente, y que lo llevó a replantear sus prioridades. Su preocupación en la vida no podía ser solamente hacer más dinero.
Fue así que decidió volcar buena parte de sus energías en un proyecto que perdurara más allá de su vida. Rales había comprado un terreno en Potomac, en el Estado de Maryland, dos años antes del accidente que casi le cuesta la vida. En 1990 decidió comenzar su colección de arte con su por entonces novia, Emily Wei. Ya casados, en 2006 el matrimonio fundó el Museo Glenstone, en el terreno que otrora fuera un club de caza de zorros. Con una extensión inicial de dos mil ochocientos cuadrados y una sola galería hecha de piedra caliza, las visitas estaban limitadas a solo dos veces por semana, por lo que en los primeros siete años apenas diez mil visitantes conocieron el museo.
Luego de varias extensiones pequeñas posteriores a su apertura, el matrimonio Rales decidió hacer una enorme inversión de 219 millones de dólares, llevando el terreno a una superficie total de cincuenta y tres hectáreas para 2018. A partir de esas reformas, que incluyeron varios cambios paisajísticos, Glenstone pasó a ser el museo de arte contemporáneo más grande de los Estados Unidos. Desde ese entonces, la entrada pasó a ser libre y gratuita, llegando a tener cien mil visitantes en el primer año luego de las reformas.
La estructura original del museo fue diseñada por el arquitecto estadounidense, Charles Gwathmey, conocido principalmente por haber estado a cargo de la renovación del Museo Guggenheim de Nueva York, en 1992. Su estilo es modernista y consiste en estructuras cúbicas y rectangulares de piedra caliza blanca. Las múltiples galerías están interconectadas por caminos que atraviesan un campo arbolado y verde, en cuyo centro se ubica el museo. Este paisaje pacífico y bucólico le ha valido al museo ser catalogado por algunos críticos de arte como parte del slow art, una corriente artística que busca fomentar el arte que respeta la naturaleza y rechazar la sobreproducción de obras, que esmerila los valores de la creatividad individual.
La expansión de 2018 agregó cuatro mil seiscientos metros cuadrados de galerías, en la forma de una estructura conocida como los Pavilions, diseñada por el arquitecto Thomas Phifer. Estos pabellones están construidos con bloques prefabricados de hormigón de casi dos metros de largo. Aunque se trata de un solo edificio, desde la distancia parecen varios separados. La estructura contiene once galerías conectadas por pasarelas acristaladas, con ventanas hechas de paneles de vidrio de casi diez metros de altura. A los ventanales se suman claraboyas, óculos y tragaluces que maximizan la iluminación natural del espacio.
Los Pavilions están construidos en torno al Water Court, un jardín acuático de casi dos mil metros cuadrados que contiene miles de plantas acuáticas como nenúfares, lirios, thalias, espadañas y juncos. Su diseño se inspiró en el estanque reflectante de la Tumba de Brion, la última obra del diseñador y arquitecto italiano, Carlo Scarpa. La ampliación también añadió cincuenta y tres hectáreas de terreno al campus, un paisaje compuesto en gran parte por bosques y praderas de flores silvestres. El diseño paisajístico corrió a cargo de la empresa PWP Landscape Architecture, del arquitecto paisajista Peter Walker.
La colección del museo, formada por unas mil trescientas obras, todas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, está compuesta de pinturas, instalaciones de vídeo y sonido y esculturas, tanto de interior como de exterior. Para poder ser parte de la nutrida colección del Museo Glenstone, es necesario que la obra haya estado en exposición por lo menos durante quince años.
Algunos de los artistas que han pasado por las galerías del Glenstone son: Cy Twombly, Robert Gober, Pipilotti Rist, Charles Ray, On Kawara, Martin Puryear, Michael Heizer, Lygia Pape y Brice Marden. Con un límite de seiscientos visitantes por día para respetar la paz y el intimismo del lugar, el matrimonio Rales erigió Glenstone como “no sólo un lugar, sino como un estado de ánimo creado por la energía de la arquitectura, el poder del arte y las cualidades reparadoras de la naturaleza”.