Dia Beacon (Estados Unidos): a través del tiempo y la adversidad

La Fundación Dia Art lleva cincuenta años dedicados a artistas referentes de los años sesenta. Su espacio a orillas del Hudson es una propuesta ideal para visitar por fuera de los circuitos tradicionales de la gran manzana.
Por Ignacio Marchini

 

El alma entra al Cielo cuando el Cielo entra al alma”. La frase, proyectada en un tótem digital de casi diecinueve metros de altura, le da la bienvenida a los autos que se deslizan por la autopista Sunrise. El monolítico cartel, una simple oración impresa en azul sobre un fondo amarillo, oficia de presentación del Dia Bridgehampton, uno de los doce espacios que conforman la constelación de galerías y sitios artísticos que se encuentran bajo la órbita de la Fundación Dia Art.

La organización sin fines de lucro fue creada en 1974 por Philippa de Menil (heredera de la fortuna de la empresa Schlumberger, la más grande del mundo en servicios y equipamientos para yacimientos petroleros), su marido y coleccionista, Heiner Friedrich, y la historiadora de arte oriunda de Houston, Helen Winkler. Con el objetivo de concretar aquellos proyectos que parecían imposibles por su tamaño o alcance, este año la fundación cumple cinco décadas de labor dedicadas a financiar instalaciones específicas, organizar exposiciones y coleccionar el trabajo de artistas referentes de las décadas del sesenta y setenta.

La red que compone la Fundación Dia Art es extensa. Nueve sitios artísticos y tres museos conforman el acervo de la organización. De todos ellos, uno se destaca por sobre los demás, si bien no se trata de la primera adquisición de la fundación. Es el Dia Beacon, el más grande de sus espacios de exhibición (el Dia Chelsea y el ya mencionado Dia Bridgehampton, ambos ubicados también en Nueva York, completan la tríada de circuitos de galerías). Inaugurado en mayo del 2003, el lugar fue construido sobre la base de una vieja fábrica de impresión de cajas ubicada a orillas del Río Hudson, en el estado de Nueva York

El edificio data de 1929, cuando pertenecía a la compañía Nabisco, una gigante panificadora de origen norteamericano que tiene más de cien años de antigüedad. La colosal construcción, de unos veintiocho mil metros cuadrados, está compuesta de una combinación de ladrillo, acero, concreto y vidrio y recuerda a los habitantes de Beacon el pasado de la ciudad como un importante foco industrial y manufacturero.

La estructura del lugar resultó ideal para establecer un museo de arte contemporáneo. Los amplios espacios entre sus columnas y sus más de tres mil metros cuadrados de claraboyas inundan las galerías con luz natural, lo que le ha valido convertirse en un museo diurno. El artista Robert Irwin aprovechó las características originales del edificio y rediseñó el museo, además de añadir jardines a sus alrededores que cambian según la estación.

La Fundación Dia Art siempre ha trabajado bajo la premisa de organizar exhibiciones que se centren en la trayectoria de un solo artista: cada galería es diseñada específicamente para una sola obra. Así, es posible observar en distintos espacios los Monumentos de Dan Flavin para V. Tatlin (1964-90), las Elipses torcidas de Richard Serra (1996-2000) y Norte, Este, Sur, Oeste (1967/2002) de Michael Heizer. A ellas se suman los trabajos de reconocidas figuras del arte de las décadas del sesenta y setenta, como Andy Warhol y Robert Smithson. Estas colecciones son parte de las muestras de largo plazo del Dia Beacon, un acervo que nunca supera los veinticinco artistas en simultáneo.

Además de los trabajos mencionados, el museo cuenta con exposiciones temporales que van cambiando. Por ejemplo, la semana que viene concluye la muestra de Mario Merz, que incluye instalaciones como Teatro caballo (1967) y Mesa espiral (1982), una mesa de vidrio con la forma de la curva de Fibonacci sobre la que se despliegan frutas y verduras. Por el contrario, la galería dedicada al trabajo de Meg Webster abrió recientemente, una obra basada en el minimalismo y el land art  que utiliza materiales naturales como el barro, la sal y la arena para crear esculturas sencillas.

Por fuera de sus museos, la Fundación Dia Art tiene a su cargo la curaduría y el mantenimiento de varias obras de renombre, que se encuentran abiertas al público. Trabajos icónicos del land art como Spiral Jetty de Robert Smithson o varias de las creaciones de Walter De Maria son algunas de las nueve piezas que componen la colección de sitios de interés que regenta la organización.

La fundación tomó el nombre Dia del griego, que significa “a través”. La elección busca reflejar la misión que se pusieron cinco décadas atrás: ayudar a “atravesar” a los artistas las dificultades de llevar a cabo obras de gran escala o alcance muy ambicioso.

 

 

 

 

 

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