Eleonora Jaureguiberry es una mujer comprometida con el medio artístico que lleva más de diez años en gestión cultural. Fue Secretaria de Cultura de la Municipalidad de San Isidro y fundó el Museo del Juguete, entre otras instituciones, premios, festivales y muestras en las que participó. Actualmente es coordinadora general de Malba Puertos, un museo que combina arte, naturaleza y educación. Su rol tiene varias aristas, pero se centra en la relación del museo con la comunidad. Piensa en el arte como una herramienta para conectar diferentes públicos a través de experiencias colectivas.
-Valiéndonos de tu experiencia en la gestión y dirección de museos, ¿qué aspectos tenés en cuenta cuándo se inaugura un museo?
-Cuando abre un nuevo espacio me imagino como va a operar con la comunidad y cuál es la estrategia de formación de audiencia hay que desarrollar para que sea disfrutado y sobre todo comprendido, que este último punto es muy importante y para el cual trabajo constantemente.
-Me imagino entonces que es muy importante la selección del equipo de educación.
-Desde el minuto cero hay que pensar qué tipo de actividades el museo quiere desarrollar y hacer la búsqueda teniendo en cuenta esos aspectos. Para Malba Puertos por ejemplo, entrevistamos a más de 200 personas para encontrar perfiles de educadores que cubran varias disciplinas: la literatura, la escenografía, la historia del arte, la música, el e-learning, entre otras. Uno de los objetivos es formar una audiencia nueva, sacar al público del lugar “no entiendo nada”, o “esto lo podría hacer mi sobrina de cinco años”. Con los equipos de educación que he coordinado tenemos la idea que desde la experiencia se puede aprender un montón de cosas; realizar talleres y actividades para que las personas, tanto chicos como grandes, comprendan los procesos poéticos y materiales del artista, a partir del hacer. Entonces esa distancia con la obra que no entienden, que no terminan de descifrar, se acorta. Los talleristas trabajan en coordinación con los artistas o los curadores para diseñar cómo se pueden transmitir estos conceptos. Entonces, por ejemplo, esa persona va a entender el proceso de Gabriel Chaile, qué hace el artista y dónde está esa cosa que es arte, en qué momento aparece eso por el cual el artista habla por muchos otros.
-¿Me darías un ejemplo?
-En el caso de Chaile organizamos un taller que se llamó "Quién es para vos familia”, porque teníamos un grupo escultórico que representaba a la familia del artista, y es muy interesante como la gente conceptualiza quien es para cada uno familia. Hay personas que hacen una familia donde todos sus miembros se abrazan, y otros que dibujan un control remoto. Está también la cuestión de la perspectiva jerárquica: la abuela que aparece desmedidamente alta, como esos valores se traducen a la obra. Lo mismo con un grupo como los Mondongo que le dan una escala monumental a un paisaje para celebrarlo. Esto está acá, en el norte del conurbano bonaerense, habla de nosotros y del lugar que habitamos. Los artistas han estudiado de manera meticulosa esa vegetación para rendirle homenaje. De esta manera el arte deja de resultar ajeno. Me gusta también trabajar con el personal de seguridad, darles información sobre las muestras que se están exponiendo, los artistas y las obras, porque ellos son los que están en contacto con la gente todo el tiempo, entonces son parte del equipo que orienta el público. La experiencia es tan buena y quedan tan encantados, que terminan trayendo a sus familias.
-¿Cómo fueron tus años trabajando en la secretaría de cultura en San Isidro?
-En San Isidro fue una experiencia fuertísima, extrema, porque fundamos un museo, refundamos otros dos, fundamos la Central de Arte Contemporáneo, la Central de Procesos, trabajamos en festivales de cine y de música, premios literarios y artes performáticas. Lo que aprendí a lo largo de esos años es tenerle muchísima fe al público, a tenerle confianza en lo que puede aprender y escuchar con mucha atención sus preguntas, porque son siempre relevantes. Intento ver el mundo a través de sus ojos para interpretar que necesitan. Creo que esa mirada es muy importante cuando trabajás con un público que no son curadores ni especialistas.
-Me acuerdo que en el Museo del Juguete, en pandemia, le proponían a cada uno hacer sus propios juguetes. Hay algo de la experiencia que venís trabajando desde esas épocas.
-Exacto, y también de procesos como en Central de Procesos, un ciclo gratuito que impulsé para acercar nuevas audiencias al método de trabajo de la creación contemporánea, donde pasaron artistas como Jorge Macchi y Ernesto Ballesteros. Ellos abrían sus procesos en una especie de laboratorio para que con eso el público experimente, haga otras cosas. Ese tipo de actividades permite generar un vínculo amoroso con el museo, reconocerlo como un lugar que me pertenece, que yo habito, y de esa manera comienza la conexión con el arte. Luego el museo va sofisticando mi discurso, agregando más información y me lleva a estar más en contacto con los artistas. En Malba Puertos son muy importantes esos espacios porque es una comunidad en formación, personas que vienen de distintas geografías y estos lugares les permiten encontrarse, pero para que eso ocurra tienen que pasar cosas.
-En tu rol actual en Malba Puertos, hay una clara impronta de forjar nuevos públicos, una idea de inclusión. El acceso es libre y gratuito, tanto el parque de escultura como las salas y la reserva pueden ser recorridos sin ningún costo, ni invitación especial.
-Sí, es para todos y se puede pasar un rato o quedarse todo el día. No es un museo para curadores y especialistas, no tiene una visión entrópica del mundo. Es un museo del siglo XXI y nos interesamos en educar audiencias diversas. Apunto a crear experiencias encantadas, no hiperinformadas, porque esa hiperinformación se borra en el momento que uno se sube al auto, pero lo que le ocurre a la gente a nivel emocional no se olvida más.
-En todos los museos de artes visuales en los que trabajaste también integraste otras disciplinas, como la literatura, la danza o el cine.
-Si, me interesa pensar las artes contemporáneas más allá de las artes visuales.