La distorsión del texto urbano según SpY

Las intervenciones en señalética pública por parte del graffitero madrileño de culto, incitan a repensar ciertas acciones de las neo vanguardias como antecesores claves del street art.
Por Fernando García

 

¿Cómo leemos desde Argentina una intervención sobre la valla publicitaria madrileña de mediados de los 90 donde sobre un blanco interrumpido por un botón rojo dice: “¿Llega Jabo o es un puntazo?” Acaso porque parte del casco más antiguo de Buenos Aires fue, de alguna manera, trasplantado desde Iberia es que quizás las paredes de allá musiten antes lo que acá resultó al fin ensordecedor. “Jabo” o “Javo” no era la forma en la que algunos periodistas cortesanos de la era streaming se dirigen al presidente argentino sino la cita autorreferencial de SpY, un grafitero madrileño cuya gracia consiste en haber intervenido de manera cada vez más inadvertida el texto urbano. Eso que se termina de contar entre las paredes, el billboard publicitario (que lejos de ceder al cliente digital busca atraerlo con fx) y las superficies públicas móviles que llevan y traen el rumor de la megalópolis. 

 

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Una de las primeras intervenciones urbanas de Spy en la cartelería de Madrid a mediados de los 90.

 

Se cuenta de SpY, por ejemplo, que llegó al extremo de sumar objetos en la señalética de Madrid. Señales que pasaban a tal punto inadvertidas que las autoridades a cargo del control vehicular tardaron meses en retirarlas. La serie llegó a su fin con una bandera blanca que no era la de la rendición sino, mejor, la anti-bandera. Un cartel vacío de contenido, el grado cero de la publicidad o del símbolo, pegado a la monumental bandera española que flamea en la Plaza Colón, la más grande que se haya izado jamás en la península Ibérica. El blog Urbanario proponía en 2008 esta sobreinterpretación: “El no-signo David contra el super-signo Goliat. Una bonita analogía del abismo entre los administradores oficiales del espacio y el artista urbano, entre los medios ilimitados que enturbian toda capacidad de actuación y el ingenio afilado por la necesidad, entre una actitud sorda e impositiva y otra que parte de la percepción activa del entorno para proponer el diálogo”. Ponele.

 

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Señalética en blanco de SpY en la Plaza Colón de Madrid.

 

Es curioso pero las paredes de SpY hablaron antes en Buenos Aires. En 1961 cuando Alberto Greco pagó de su bolsillo la pegatina de afiches “Qué grande sos” sobre la Avenida Corrientes y, sobre todo, en el invierno de 1965 cuando el trío formado por Edgardo Giménez, Dalila Puzzovio y su pareja Charlie Squirru consiguieron un billboard de la agencia Meca para pegar por sesenta días un afiche de sí mismos (“¿Por qué son tan geniales?”) en lo alto de una fachada sobre la calle Maipú. 

 

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Intervención urbana ¿Por qué son tan geniales? de Edgardo Giménez, Dalila Puzzovio y Carlos Squirru (1965).

 

Las escaramuzas porteñas de los 60 anteceden aún hasta al grupo estadounidense Billboard Liberation Front con sus ataques sobre las superficies mercantilizadas. En España deberían saberlo aunque acaso lo de Greco (¿Para que lo tienen en el Reina Sofía?) & co, vaya por el andarivel de las neo vanguardias y, entonces, quienes estudian el así llamado arte urbano lo ignoran. Pues si se piensa en términos de distorsionar el texto público claro que lo fue y mucho antes.   

 

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Intervención urbana Qué grande sos de Alberto Greco (1961).

 

De todas formas, ya quisiéramos aquí y ahora algo así como el Billboard Liberation Front o el SpY de otrora frente a la banalidad del real estate ocupando casas listas para demoler con ploteos que llevan el eufemismo de la urbanidad al paroxismo. Promesas sobre el (smart) bidet capaz de mandar al consultorio virtual muestras para un análisis en tiempo real. Mientras tanto el sitio de la galería SC de Bilbao muestra obras recientes de SpY o “Javo”. 

 

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Intervención urbana SOÑAR de SpY en Bilbao (2015).

 

El registro fotográfico (así se vende el urban) de una fachada sobre la que escribió o pintó (letra de imprenta gigante y sobria, nada de los jeroglíficos del hip hop) la palabra “Soñar”. El mensaje termina siendo no tan distinto al de los ploteos que prometen el paraíso de los amenities. ¿Soñar? Mejor no dormirse. 

 

 

 

 

 

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