L'anamorphose (La anamorfosis), también conocida como el Mural Duchamp, en honor al icónico artista Marcel Duchamp (1887-1968), se presenta audaz y creativa sobre fondo negro en una calle porteña que nada tenía de especial. François Abélanet, reconocido por sus obras efímeras de gran escala alrededor del mundo, concibió esta pieza como un diálogo entre el espacio público y el arte contemporáneo.
Ubicado en la medianera de un viejo caserón de dos pisos que da a un estacionamiento sobre Alsina al 1700, en el barrio de Montserrat, su creación fue un proceso que involucró semanas de planificación y ejecución. Abélanet y su equipo de colaboradores convirtieron esa pared grisácea en un lienzo tridimensional de impactantes dimensiones utilizando técnicas de perspectiva y profundidad.
El mural no solo es una exhibición de habilidad técnica y creatividad, sino que también encierra una historia intrigante en su concepción. Abélanet se inspiró en una obra del propio Duchamp, pionero del arte conceptual, que desafió las convenciones artísticas establecidas a principios del siglo XX. La imagen reproduce idéntico uno de los Rotorelieves, una serie de discos pintados con movimiento, que Duchamp realizó en 1935 con el fin de generar una serie de experimentos ópticos y que luego utilizó para el cortometraje Anémic Cinéma.
En un acto de homenaje y provocación, Abélanet alimentó el espíritu irreverente de Duchamp en cada trazo del mural. Los colores rojo, negro y blanco desafían las mirada del transeúnte ocasional, desdibujando las fronteras entre lo real y lo imaginario, lo estático y lo dinámico. El mural se convierte en una declaración audaz sobre la naturaleza efímera del arte y su capacidad para transformar el paisaje urbano.
La obra, que ocupa un espacio de 64 m2, fue inaugurada a fines de 2018, en el marco de un ciclo que conmemoró el centenario del paso del gran artista francés por la Argentina, organizado por la Universidad de Tres de Febrero y BienalSur, junto con la Embajada de Francia, el Instituto Francés y el Gobierno porteño. Y la elección de ese sitio no fue al azar: Duchamp se hospedó durante nueve meses en el departamento 2 de ese edificio.
Abélanet es un apasionado del land art, un arquitecto creativo que se destacó por sus monumentales instalaciones. También sobresalió como decorador de teatro y cine, escenógrafo, escultor espacial, anamorfista, que hizo malabares con la geometría, las perspectivas y las apariencias. Y en entrevistas suele usar una frase que define tanto a su obra como a la de Duchamp: "Cada uno ve al mundo según su propia historia".